viernes, 30 de marzo de 2012

Sobre la memoria

De regreso a la nube, pienso en mi nuevo libro sobre la memoria. Calculo un par de meses para su presentación. Lo que comenzó siendo un encargo que en un principio rechacé - en esos momentos me encontraba con la sensación de haberme vaciado por completo escribiendo  el cerebro al descubierto”-  ha terminado siendo un gratificante proyecto personal del que me siento especialmente satisfecha.  Entre  la novela y la autoayuda; una mezcla tan difícil de encajar como acertada según trataré de explicar. Y es que la memoria es un campo de doble filo.  Por un lado, apasionante, por otro, mucho más arduo en contenido  de lo que el lector en general está dispuesto a soportar. Me explico; ya existen  publicados  más que aceptables libros sobre como los campeones de la memoria son capaces de aprender listados telefónicos enteros; sobre como potenciar esta colosal herramienta llamada memoria. Bueno sería leerlos, aprender todas las técnicas posibles para potenciar  esta gran arma de conocimiento. Desde mi punto de vista, el problema está  en que aprender a aprender deberiamos haberlo hecho en el colegio. Ninguneada por tantos programas educativos,  la memoria, cuando a partir de cierta edad  comienza a declinar,  no es que sea demasiado  tarde para aprender a potenciarla, pero, simplemente, por lo general,  la pereza vence a la necesidad e interés.  Así pues, tratandose de la memoria,  el formato novelado  (en un principio  escogido más por  intuición que por reflexión)   si se pretende  captar la atención de un público mayoritario, es  el más atractivo, adecuado a mi experiencia.

De un caso clínico comentado en el libro, nació  el título  “La pierna olvidada” Un doctor al final de su vida, entre el  pasado y el presente,  van surgiendo historias de deterioro, casos clínicos…  Ya falta menos. Estoy contenta con el resultado a pesar de que el camino para su publicación  no ha  sido un camino de rosas, más bien, lo contrario. Si soy sincera continuo sin entender que un tema de tanto interés general no haya tenido la respuesta que esperaba.  Se lo disputarian, eso pensé al principio…. Las editoriales de autoayuda porque no publican novelas, las de novelas porque no publican autoayuda… aunque, es curioso, al final dichas dificultades  han resultado ser beneficiosas. Esperando respuestas y  aconsejada por lectores de plena confianza,    fui puliendo el complicado encaje  entre ficción y ciencia, entre novela y realidad... fui  profundizando en intensidad y contenido la historia central.  Estoy deseando escuchar el veredicto  de quien tiene la última palabra: los lectores.  Mientras tanto recibo la noticia de la 3ª edición de mi libro " el cerebro al descubierto" Bien por Kairós.  
                                                         






domingo, 25 de marzo de 2012

Consultar a tiempo

Ágil, ameno, repleto de temas a  cual  más interesante; estupendo  comentario de un colega amigo sobre mi blog.  Bien por mi blog.  Estoy contenta. Disfruto escribiendo,  disfruto  traduciendo a un lenguaje propio y  divulgativo  los secretos que la ciencia, paso a  paso,  va desvelando   sobre el funcionamiento del cerebro. Pero, ni siquiera en este mundo virtual  -donde  los márgenes de lo estrictamente correcto  parecen ensancharse-  es  aconsejable  echarse flores a uno mismo. La autocritica es esencial.  Seguro que algo puede mejorarse.  De hecho, siendo sincera, me siento un poco como una rata sabionda sobrevolando los entramados neuronales cuando, en realidad, me paso  el  día tratando de solucionar  problemas de salud  a mis pacientes. Dolores de cabeza, mareos, perdidas de conocimiento, trastornos del sueño, fallos  de memoria…   Así que hoy toca aterrizar.  Consultar a tiempo al médico. Ese si es un tema vital.

La patología vascular cerebral es un claro ejemplo de ello. Pequeños avisos pueden ser la clave para prevenir males mayores. Perdidas fugaces de visión en un ojo que  traducen  obstrucciones en la circulación por  placas de ateroma en una carótida. Dificultades transitorias para articular las palabras, hormigueos  en medio lado del cuerpo o  torpezas motoras  entre una multitud de síntomas que pueden  aparecen de forma repentina  y luego desaparecer como si  nada hubiera pasado. Para saber   si son avisos importantes o no, es preciso  consultar al especialista. De hecho, si queremos dormir  tranquilos, un médico de cabecera de confianza es media vida. Te aconseja el especialista adecuado, te controla los factores de riego vascular; la hipertensión, la diabetes, el colesterol, el alcohol,   te prohíbe ese horrible humo llamado tabaco que en realidad es todo menos tabaco con más de 4000 sustancias añadidas desde su irrupción en el mercado, 400   reconocidas como tóxicas, 40 canceríferas;  ésta a la vejiga, ésta al pulmón…   un sin sentido  que refleja el modelo de sociedad en el que nos encontramos inmersos; absurdo, un campo de minas que no somos capaces de desmantelar.

En fin, entre problema y problema, incluir en la agenda del día los problemas de salud  es una práctica tremendamente beneficiosa  a la que me tengo que habituar, lo confieso, confieso que he llegado a pasar  por delante de urgencias de traumatología   en bata y cojeando y no me he parado a consultar lo que luego resultó ser una rotura parcial de mi tendón de Aquiles. En casa del herrero… no es excusa; de esta primavera no pasa sin mis obligadas revisiones médicas. Sugerente foto, Ana, la comparto,  bien por Facebook.



martes, 20 de marzo de 2012

La toma de decisiones


El jardín de los senderos que se bifurcan;  el gran Borges, inmenso, erudito,  aún recuerdo como me impactó la lectura de este extraordinario relato.  Un camino u otro, los caminos que no escoges, qué hubiera sido de tu vida si en vez de casarte con el  amigo del hombre de tu vida te hubieras casado con esa persona por la que hubieras saltado barreras, escapado  al mismisimo   infierno. Leyendo Libertad de Jonathan Franzen  he vuelto a resucitar un tema que tanto me ha inquietado desde  mis primeras lecturas,  aventuras, decisiones. 

Libertad mantiene la tensión y el ritmo de las grandes novelas,  fascinante, en especial, por el contenido psicológico de sus personajes; actuales, vivos, contradictorios.  A mí, en concreto, ya desde su inicio  me trasladó  a ese tiempo     en que sin experiencia  te ves en la encrucijada de elegir, a  ese  jardín de los senderos  que  se bifurcan,  a esas  dudas sin respuesta  sobre lo que pudo haber sido y no fue.

La toma de decisiones. Qué tema más apasionante. La mente enfrentada a  caminos alternativos. Cuando hace un par de años asistí  a la conferencia magistral  del   prestigioso neurocientífico    Michael  Gazzaniga, desconocía los avances de la ciencia  al respecto. Con elegancia y  gran  capacidad de comunicación,  las conclusiones expuestas por  el eminente invitado me parecieron de enorme interés.

Realmente las neurociencias están llegado a un punto donde toda pregunta   parece factible  de  ser contestada. A través de  las  novedosas  técnicas de neuroimagen  se puede ver  el  cerebro en acción: pensando, memorizando, hablando...  tomando decisiones. Las áreas estimuladas por uno u otro ejercicio mental, se encienden. Te metes en el aparato; piensas tal o cual cosa y determinadas areas se iluminan. Pues bien; resulta  que nuestro cerebro  enfrentado a distintas opciones sigue los siguientes pasos. En  primer lugar las analiza, luego escoge la que considera  oportuna y sólo después  nos enteramos, ósea,  antes de que seamos conscientes de la decisión tomada, nuestro cerebro ya ha decidido por nosotros.  Una conclusión   tan obvia como  extraña y polémica  pues pone en tela de juicio un concepto especialmente arraigado en nuestras neuronas como es el de la libertad. ¿Libres? ¿Libres? ¿Somos realmente libres si  es nuestro cerebro el que toma las decisiones por nosotros?  Tú o tu cerebro. ¿Acaso no somos nuestro cerebro? Cuestiones existenciales al margen, parece lógico que sea nuestro cerebro el que decida cual o qué camino tomar por mucho que salten chispas y quemen nuestro ego más elemental.   

Las sorpresas no han hecho más que empezar.  El cerebro ético, el cerebro social, ¿Qué nos hace humanos? Entre los principales libros divulgativos de este colosal  investigador con el que tuve la suerte de compartir una encantadora cena.







viernes, 16 de marzo de 2012

el cerebro femenino

El tema no me interesa especialmente. Quizás sea porque el asunto me resulta espinoso por propenso a  malinterpretaciones. Así que comenzaré bien claro y bien alto. ¡Viva las mujeres!  Viva las mujeres que lucharon por llegar a donde estamos. “La salida del fregadero” expresión ( mia?) que utilizo  en mi nuevo libro,  la pierna olvidada, ha costado demasiados   esfuerzos individuales y colectivos  como para  ahora ponernos a dar lecciones sobre la obviedad de las  diferencias cerebrales entre géneros.  Qué  la ciencia hable.  

Y la ciencia camina en este campo con paso lento pero firme. En su excelente libro divulgativo, el cerebro femenino,  la neurocientífica  norteamericana  L. Brizendine  nos pone al día de los avances al respecto. Variaciones tan sutiles como relevantes. Más del 99% de los genes de los hombres y mujeres son idénticos. En ese 1% y en la influencia hormonal sobre el cerebro radican las diferencias: desde  los centros nerviosos que registran placer y sufrimiento, hasta las neuronas que trasmiten percepción, pensamientos, sentimientos y emociones.

Hasta la octava semana de vida embrionaria,  el cerebro es unisex. La llegada de la testosterona lo convierte en masculino. Sin la irrupción de esta hormona, el cerebro femenino continúa su camino. Entre las diferencias destacables, los centros del cerebro para el lenguaje tienen un 11% más neuronas acumuladas en la mujer que el hombre. El eje principal de la emoción y memoria, el hipocampo, es también mayor en el cerebro femenino. Ello explica que la mujer, por lo general, exprese mejor las emociones y recuerde más detalles de los sucesos bañados de contenido emocional.  En cambio, la amígdala o eje central del miedo que dispara la agresividad dispone de más procesadores en el hombre.

 En fin, leyendo este libro, se desvelan diferencias que un padre de familia reconoce en sus hijos, leyendo este libro descubres que simplemente los hombre y las mujeres somos distintos, ni mejores ni peores, cerebros únicos e universales  -ese tema si me interesa- únicos y al mismo tiempo capaces de adquirir cualquier idioma al que se vea expuesto durante los primeros años de vida; universales.  Cerebros que encerrados en el  fregadero  ni se estimulan ni desarrollan  de ahí el mérito y agradecimiento eterno a las capitanas de tantas generaciones, sin olvidar  a las que siguen   luchando en gran parte de nuestro endiablado  planeta.  

A  ver quien se reconoce; Una mente sagaz, dotada de un extraordinario sentido común y una intuición incomparable… ¿Hombre o mujer?

lunes, 12 de marzo de 2012

Apostar por la cultura

Chimpancés, gorilas, orangutanes, en este orden de parentesco. Reconozco que mantengo una relación ambivalente con el mundo de los primates ( al que pertenecemos;  una y otra vez,  la ciencia lo  demuestra;  lo ultimo; un genoma compartido en  el 96% ). Por un lado, me siendo en deuda ya que  muy probablemente  no seguiría escribiendo novelas si mi primer libro no hubiera arrancado como arrancó; valiente, espontaneo, impulsándome hacia mi propio interior. "Corazón negro" una historia de amor en África cuando nunca había estado en África, los cuernos del marido, la desesperación, el abrazo del gorila, el hombre protector. Por otro lado,   como la inmensa mayoría de mortales,  tiendo  a ningunearlos; sus  facultades, sus riquezas... vivo con otras preocupaciones e intereses, aunque, en el fondo, sin ruido de fondo,  los siento cercanos y,  muy de tanto en tanto, resurge el abrazo.

Fue hace un par de años. Lo vi  en un telediario. Aún recuerdo lo que me impresionó. Se trataba de un  original concurso de cerebros. Humano versus chimpancé; cada uno frente a su correspondiente  ordenador.  Preparados, listos,  ya. A velocidad de rayo, con graciosa autosuficiencia, el  dedo de chimpancé  seleccionaba y  señalaba los números que iban apareciendo  en la  pantalla, mientras el del humano se mostraba mucho más dubitativo y lento. Por mucho sesgo que pudiera  existir a base de  someter al chimpancé  a meses de entrenamiento,   su rendimiento no dejaba de ser espectacular, su victoria aplastante.  Menuda agilidad la  suya  en relación   a velocidad psicomotora, orientación espacial, atención   y memoria inmediata, entre otras capacidades  puestas a prueba en  dicho ejercicio,  es decir, buena parte de las llamadas funciones mentales superiores de nuestro cerebro

Ah, el lenguaje…  al menos  podemos presumir  de ser la  única especie superviviente del género homo caracterizado por el lenguaje;   el lenguaje simbólico o  esa  fascinante  unión de sonidos para formar palabras con significado: nuestro don   en exclusiva.  ¿O, acaso, si   los  chimpancés  tuvieran (que no lo tienen) el tracto  vocal  adaptado para producir la compleja escala de sonidos humanos tal vez  serían  capaces de  aprender a hablar?  ¿Cómo están las investigaciones al respecto?  Pues, después de  años   de adiestramiento intensivo,  las conclusiones no están del todo  cerradas   si bien  se cree  que sólo alcanzan a desarrollar un lenguaje agramatical  imitativo  y mecánico, no creativo. Un lenguaje que en todo caso  indica disponen de mecanismos cerebrales potencialmente aptos para asociar objetos con nombres.  Estudios basados en la comprensión apuntan   algo más alto…

En fin,  de primate a primate,  existirá unanimidad en la afirmación de que la  cultura es la joya de nuestro cerebro: un cerebro que ha progresado mucho más que el resto,  especialmente en el desarrollo de las  conductas  que se aprenden y se transmiten de generación en generación.  En esta época de descalabros, habrá que elegir. Apostar por la cultura. Confieso que no soy imparcial en el tema. Incluso he llegado a votar  a un partido o a  otro en función de  su afinidad a un proyecto por el que  metería la mano en el fuego, rodaría cabezas, arriesgaría  mi casa. Un gran proyecto cultural.  Un inmenso hermano. Pero, hermanos  al margen,  ¿Qué mejor apuesta que la cultura? como especie, como  país, apostemos por la cultura y, al menos, el intento  habrá valido la pena. 

martes, 6 de marzo de 2012

habitación 1329

A la hora de la siesta, esperando al médico,  frente a la puerta, una semana  para reflexionar. Al menos, que pudiera dormir un rato.  Conociendo los hábitos hospitalarios, conociendo sus incomodidades; ni el lujo de una habitación individual con  vistas panorámicas, ni   mis desvelos; nada resultó  suficiente. Entre termómetros tensiones arteriales, medicaciones y lavados varios…  si uno no está acostumbrado a pinchazos, ingresos…  si uno  tiene las fuerzas justas… Un desastre.

La inquietud me invade.   A pesar de que los avances  médicos han conseguido que cada vez las estancias en el hospital sean más cortas, inevitablemente  muchas enfermedades requieren  de ingreso  ya sea para tratamientos  endovenosos,  intervenciones etc. La única duda es  cuando nos veremos necesitados de   volver a  ingresar.

Y me pregunto. ¿Qué es lo que desgasta tanto al paciente hospitalizado?  De la cama al baño como único ejercicio, las noches en vela, tanto turno de enfermería; caras nuevas de diversos grados de amabilidad y destreza, prisas y exceso de trabajo,   una comida que cuando consigues sea la adecuada han pasado varios días, la incertidumbre, la falta de información, las esperas… la suma de todo ello puede resultar  la puntilla  para la salud.

Y me pregunto. ¿Cómo conseguir evitar, al menos en parte,  ese  nefasto y gratuito desgaste tanto físico como mental provocado por el propio ingreso y no por la enfermedad? De bote pronto, tantos años entre batas y pasillos de hospital,  se me ocurren unas cuantas medidas sencillas, factibles para estos tiempos de recursos al límite  de la quiebra, pues, pueden imaginarse mayores comodidades que las encontradas en la habitación 1329,   pero no se vislumbran  en nuestro privilegiado  horizonte sanitario, más bien lo contrario.

Por parte del hospital: Información. Una breve nota de entrada explicando los horarios,  justificando los retrasos… Presentación formal de la enfermera responsable de la planta, nombres, equipo, valoración individualizada  de movilidad con los correspondientes consejos prácticos. Ajuste real de dietas (¡cuántas veces te traen justo lo que acabas de pedir que no te traigan!) detalles, solo detalles, detalles que se van sumando…

Por parte del paciente: fundamentalmente, paciencia. Sabia palabra compartida: paciente; paciencia. Paciencia y adaptabilidad. Además, un cierto grado de humor nunca sobra,  aunque, estando enfermo y conectado a un suero, poco humor sale natural.

En fin, en el complicado mundo de la enfermedad quedan muchos ajustes por hacer, y no precisamente de gasto sino de  sentido común e  inteligencia,  señores directores de hospital.  Por cierto, no sería mala idea que ingresaran ustedes una semanita  de incognito en sus respectivos centros; a ver  si logran  salir  andando.  Buenas noches.

sábado, 3 de marzo de 2012

El regalo escondido


Ante el abismo del  final; nostalgia.  Me recuerdo  rubia,  ni tímida ni atrevida, desorientada, descubriendo el deporte, las notas, algún  disgusto,  el llanto al abrir un regalo escondido.  Viendo colgado en facebook  la reacción  de este niño  al abrir el suyo  he sentido cierta envidia; lo reconozco.  

De acuerdo, de acuerdo; será todo  lo maleducado  que no debería  ser un niño;  un mimado, de torta, pero nada de eso impide que  su reacción  sea  la reacción que me hubiera gustado haber tenido cuando de niña abrí mi regalo.  Revelarse.  La infancia marca, y  si   la infancia marca, pues, si al abrir mi regalo  en  vez de llorar  lo hubiera  lanzado, gritado, descuartizado, quien sabe, igual ahora ocuparía el cargo de la recién nombrada superministra que, por cierto, sigue desafinando con sus imperativos colegiales intolerables. 

El caso es que lloré desconsolada y escogí ser médico  acumulando  recuerdos alguno de los cuales aún  se comentan de tanto en tanto   en  comidas familiares   entre otras cosas porque la tía abuela   obsequiosa no volvió a esconder regalos en su casa a sus sobrinos por navidad.   Benditos recuerdos. ¿Cómo y dónde se almacenan?  En las últimas décadas, los avances sobre el conocimiento   de la  memoria  están siendo espectaculares.  Asomarnos a dichos descubrimientos puede  sernos de enorme utilidad para la vida cotidiana   y, sobretodo, nos puede ayudar a entendernos mejor a nosotros mismos; recuerdos incluidos.  Pedazos de recuerdos, porque, adelanto -hoy sólo adelanto-  los recuerdos no se almacenan en un baúl propiamente dicho, sino que pedazos de recuerdos se distribuyen por todo el cerebro y, en el momento de recordarlos, se reconstruyen. Risas y sonrisas cada vez que te recuerdan tu llanto inoportuno, cada vez que recuerdas lo que hubieras preferido sucediera y no sucedió.  De torta, será de torta, pero  en su defensa; los niños esperan juguetes por navidad, así que tampoco me parece que el mundo del libro deba  alarmarse en exceso, pienso.