sábado, 27 de octubre de 2012

Estados de ánimo y paisajes


Aunque hace años cambié la Cerdanya por el  Empurdà, este otoño muy en especial añoro  amanecer entre las  montañas de ese fantástico  valle por desgracia mucho más costruido de lo que la naturaleza hubiera admitido,  su luz y colores, perderme en sus bosques,  caminar escuchando el sonido del  río  mientras vas pisando un húmedo manto de hojas caducas ;  te envuelve, te limpia el alma. El Empurdà es otra historia; su belleza más pausada, plana,  la  serenidad de sus campos,  el  verde que renace   al caer la tarde;  te relaja más que limpia, te acompaña más que envuelve.

El tipo de  trabajo y vida  de una buena amiga y su pareja  les  permite un lujo  envidiable. Por temporadas, escogen  el lugar ideal para instalarse  en función del clima, gustos y descubrimientos.  Paisajes urbanos llenos de  actividad  después de un tiempo en poblaciones más pequeñas, perdidas, distintas culturas, amigos, regresan, se marchan, regresan,  raíces que no atan, el mundo como frontera.  

Nuestro cerebro anda revuelto. Por un lado, universal;  las redes virtuales nos permiten relacionarnos al instante con la otra punta del planeta.  Por otro, encerrado, controlado; imposible perderse, desconectar. Lo local y lo global  se confunden. Lo pequeño se piensa grande. Lo grande se plantea  accesible.
 
Cuando pienso en los  increibles y rápidos  avances en el campo de la informática y las telecomunicaciones y  su contribución al desarrollo de nuestro cerebro, me invade un pensamiento ambivalente. Por un lado, me  emociono al pensar en las personas que por diferentes motivos y discapacidades no pueden moverse de su casa;  no pueden andar, pero pueden navegar, conocer gente, hablar, amar, emparejarse, la biblioteca universal en el móvil, estudiar carreras, aprender, crear y darse a conocer.  Por otro lado, me preocupo al pensar en esos jóvenes frente al ordenador, encerrados  en  sus cuartos en comunicación con medio mundo ignorando al vecino de al lado, obteniendo información inmediata de lo que desean sin esfuerzo ni necesidad de memorizarla. Pienso en ambos casos y me quedo con los enormes beneficios que estas tecnologías aportan a las personas que no pueden moverse; que los jóvenes, -con dos piernas saludables y el mundo por montera-  espabilen, controlados y más libres que nunca; relacionados y solos, como antes, como siempre… A ver cuando puedo escaparme a la Cerdanya que de momento nuestros cerebros necesitan algo más que fotos para viajar.


 Graham Gercker


                                                  





                                              


miércoles, 24 de octubre de 2012

Woody Allen en mi consulta


Woody  Allen entrando en mi consulta. Imagino mi   sonrisa contenida  entre la sorpresa y  la emoción mientras le invito a sentarse. Imagino su expresión de agobio, susto, convencido de tener  un tumor en la cabeza;  sus mareos no van a venir del pie, me explica sin aparente interés por mi opinión,  el caso es que  dentro  de la  resonancia magnética no ha aguantado ni un minuto, el aparato más abierto del mercado... con una máscara oprimiéndote el cráneo… qué  listos.  Tras sus gafas de toda la vida, me mira fijamente, cruza las piernas, ladea la silla, apoya los brazos sobre el respaldo, curiosa manera de sentarse. Habla y habla. Le  escucho y le observo encantada. Según comenta, los propios radiólogos le han aconsejado que consulte a un neurólogo dado que la posibilidad de anestesiarle  debe venir avalada por un especialista. Quizá con un scanner cerebral sea suficiente, pero la alergia al contraste yodado no puede descartarse de antemano.    

Manhattan, creo que fue en Manhattan;  el mismo temor, recuerdo sus saltos de entusiasmo al salir de la prueba. A buen seguro, no habrá olvidado la escena, sus funciones superiores parecen intactas,  el lenguaje fluido,  ágil de movimientos,  un calco de  sus  cuadros hipocondriacos que retrata con tanta precisión y gracia en sus películas. Le pido me describa el tipo de mareo que presenta y confirmo mis sospechas. No me cuenta ningún síntoma indicativo de un tumor cerebral, tampoco se acompaña de datos que sugieran un problema circulatorio, de hecho sus mareos son de los que etiquetamos como inespecíficos; ni vértigos, ni bajadas de tensión arterial; mareos  de probable origen psicosomático. En estos casos siempre explico  lo mismo  al paciente: no es que usted se los esté inventando. Si se marea, pues se marea. Lo que ocurre es que no existe ninguna enfermedad ni causa orgánica objetivable, así  que lo más práctico es valorar el componente de stress, los factores psicológicos subyacentes y, en función de ello,  iniciar una medicación, o bien  acudir a un psiquiatra para que valore el caso. Ni caso. Como la mayoría de  pacientes, Woody Allen lo que desea es  una prueba para descartar lo que tú como especialista  ya has descartado después de la anamnesis y una exploración con un simple martillo y un oftalmoscopio como únicas herramientas. Por cierto, a su edad, mantiene un equilibrio envidiable, ni un acróbata. Podría tratar de convencerle; explicarle que  las pruebas de imagen realizadas hoy  pueden  salir completamente  normales, pero no descartan  que mañana  surja  el supuesto tumor...  no se va a pasar la vida dentro del aparato de resonancia. Lo que no estoy dispuesta a solicitar  es una anestesia general para realizarse una prueba que no necesita, así que opto por  hacerle la petición para un scanner cerebral sin contraste y en caso de que saliera algún hallazgo no concluyente,  ya valorariamos que hacer; quizás un ansiolítico media hora antes de meterse en el aparato de resonancia pudiera ser suficiente para controlar su claustrofobia,  quizás, no lo creo.

 Durante toda la visita he tratado de distanciarme del personaje y escuchar al  paciente. Confieso que no lo he conseguido del todo, incluso me han venido a la mente escenas de “A Roma con amor” su última película.  Grata sorpresa verle actuar; sus gestos, sus frases y "neuras", otro divertimento delicioso, ágil,  enlazado con  su habitual  ingenio y naturalidad,  historias de relaciones, vida, sucesos entre cotidianos y rocambolescos, Woody, señores, el gran Woody Allen en mi consulta, no se preocupen ustedes, en buenas manos.  

 


                                   

domingo, 21 de octubre de 2012

Mentiras o verdades inventadas


Aunque me gustaría, no  sigo de cerca la batalla por la presidencia de los EEUU que al parecer está siendo más igualada de lo esperable.  Los telediarios nos informan diariamente pero con excesiva brevedad. Lástima porque -según me cuenta una muy querida e informada amiga- el espectáculo es una muestra de la demagogia más pragmática y aplastante. Interpreto que el ejemplo  comentado no es exactamente un hecho fidedigno sino  un supuesto representativo: el candidato republicano en una sala repleta de de diabéticos  Si tuviera una enfermedad me gustaría ser diabético“ les suelta tan contento. De risa. De pena. Realmente la democracia está viviendo unos momentos explosivos. La caza del voto es tremenda. Y, oh esperanza, contra las cuerdas, sonriendo, lejos de esa sonrisa seductora que le alzó a la presidencia  y que ojalá  recupere, pero, por desgracia, la osadía y espontaneidad del primerizo se pierde, las dificultades y ataduras del poder desgastan   y   la confianza en uno mismo tiene sus límites.

"Se miente por falta de fantasía, también la verdad se inventa" frase de Antonio Machado extraída de la libreta de  reflexiones de mi padre. La intuyo, me gusta, se me escapa. Sinceramente, sobre verdades y mentiras los neurólogos navegamos -como la inmensa mayoría- entre el engaño y la incredulidad, si bien  determinados casos clínicos nos invitan a participar en el debate.  La enfermedad de Korsakoff es una muestra de  hasta qué  punto nuestro cerebro es una caja de sorpresas al respecto.  Descrita en 1880 por el médico ruso que lleva su nombre, se trata de un daño  cerebral  provocado por un déficit de vitamina B1  mayoritariamente secundario a la ingesta crónica de alcohol. El paciente presenta de modo más o menos súbito una severa pérdida de memoria tanto de lo ocurrido o aprendido en  el pasado  (amnesia  retrógrada) como desde el comienzo del cuadro clínico (amnesia anterógrada) además de un tercer e intrigante síntoma: la tendencia a fabular o contar historias falsas relativamente normales o verosímiles sin ánimo expreso de mentir. Como si el paciente rellenara sus vacíos de memoria con falsos recuerdos creados por su cerebro dañado. Una  falsificación creativa de la memoria atribuida a la lesión de los lóbulos frontales cuyas neuronas son las encargadas de organizar los recuerdos para que la historia salga  lógica y con sentido. ¿Historias creadas por el cerebro dañado para llenar huecos de información perdida? Recuerdos falsos o verdaderos. La memoria o esa colosal herramienta mucho más subjetiva de lo que creíamos. En todo caso, no parece el caso de los políticos y sus mentiras o verdades inventadas.  Aunque de tanto apaluso  se las acaben creyendo, aunque el champagne no falte en las campañas.
    
Richard Serra
 

                                            
 

                                                    


 

jueves, 18 de octubre de 2012

El don de la palabra


Estamos asistiendo a un cúmulo de disparates y preocupaciones locales de tal calibre que mi mente no es capaz de abstraerse y centrarse en otros bosques más universales. Algo incrédula, compruebo que  las entradas de mi blog abarcan  cuatro de los cinco continentes, así que lo aconsejable es  reconducir y ampliar mis puntos de mira. Prometo intentarlo, me costará su tiempo, conociéndome, desacierto tras desacierto ante mis narices. Ser político, diplomático, don de gentes, expresarse con sutileza hasta  el punto de decir lo que se piensa sin herir sentimientos ni exaltar opiniones divergentes. Buena lección de lo contrario, señor ministro de cultura. Qué torpeza. Por Dios. Ustedes lo que tienen que hacer es gestionar bien los recursos de todos, optimizarlos, tantas cosas por hacer, todo menos adoctrinar a nadie por mucho que otros lleven tiempo haciéndolo y sepan venderse mejor por estos mares. Así estamos. Qué tristeza.

Significado de las palabras por los aires y estados de ánimo  al margen; de todos los avances en neurociencias sobre el lenguaje,  uno destaca por enigmatico y al mismo tiempo  esclarecedor: el don de la palabra. Porque no cabe duda de que   la palabra es un verdadero  don;  un don no divino como adelanté en la entrada de hace pocos meses  “La palabra adecuada”  Basta ver crecer a un niño para darse cuenta de algo tan extraordinario  y esencial. Sin esfuerzo, con sólo escuchar las palabras de su entorno, sobre el año de vida el niño comienza a decir palabras, a los 18 meses ya las combina y a los tres años posee una amplia capacidad lingüística; un verdadero milagro de la evolución. Nuestros antepasados fueron moldeando el lenguaje simbólico e inventaron la sintaxis.  Lo que a la especie humana les debió costar miles y miles de años, en poco más de tres años, el niño lo adquiere sin necesidad de aprendizaje directo. ¿Qué conclusión se extrae de ello? Pues que de alguna manera nuestro cerebro dispone de una especie de programa biológico neuronal predeterminado que le confiere la facultad de cazar al vuelo las gramáticas del entorno durante los primeros años de vida. Una  base genética para adquirir cualquier idioma  durante un periodo de tiempo limitado llamado ventana de oportunidad. CUALQUIER IDIOMA; lo  que  nos lleva a toda una revolución conceptual introducida por   el eminente lingüista y pensador Noan Chomsky: la gramática universal. Muchas más similitudes que diferencias entre todas las lenguas humanas; tomen nota,  señores políticos;  unos empeñados en unirnos, otros en  separarnos... si lo que pretenden es continuar por la senda de sus torpezas, desconocimiento e intereses, al menos  dejen a nuestros cerebros desarrollarse en paz.  
 
 


                                                   

domingo, 7 de octubre de 2012

Derecho a decidir

 
Derecho a decidir; por supuesto. Primer obstáculo a superar consensuadamente. "En democracia cuando una ley no nos gusta, lo que debemos hacer es cambiarla democráticamente” coincido  con las líneas expresadas por el candidato del PSC  a la presidencia de la Generalitat. Del blanco al negro, distintas posiciones todas ellas representadas en unas elecciones: básico, esencial. Y que  cada parte se defina con claridad sin esa pretensión perversa de arañar votos manipulando el discurso para ganar las elecciones. Distintas posiciones. Discursos honestos.  Con esta doble condición, el órdago lanzado por el actual president de la Generalitat  no solo me parece aceptable sino  oportuno a pesar de la monumental crisis económica en la que andamos inmersos sin aire ni atisbos de solución ni siquiera a medio plazo.  Basta ya de abrir brechas en plan hormiguita hasta que la brecha sea lo suficientemente grande como para que una mayoría comparta la misma opinión. Tras  treinta años de democracia, ha llegado la hora de la verdad. 
 
Vivir en sociedad. Comunidades de vecinos. Las padecemos y las disfrutamos. Cerebros sociales. De la inteligencia emocional a la inteligencia social. Distintos acercamientos de enorme interés para comprendernos como personas. Del sistema límbico o cerebro emocional  a las áreas prefrontales o cerebro social; El cerebro de  la civilización o esas zonas anteriores de los lóbulos frontales especialmente desarrolladas en los seres humanos;  la parte de nuestro cerebro más misteriosa y apasionante; región responsable de la percepción consciente de las emociones,  del pensamiento abstracto, probablemente el lugar donde se genera la conciencia de uno mismo, la razón de ser personas.  Una zona indispensable  como   seres sociales y  al mismo tiempo en interrelación constante con   el resto del cerebro. Una sociedad en permanente equilibrio, interrelacionada, dependiente; democrática. Se acepta el reto, caballero.


Foto: Carlos Güell



                                         



 

 

 

 

 

miércoles, 3 de octubre de 2012

El inconsciente colectivo


Si tuviera que quedarme con una sola de las películas vistas a lo largo de mi vida; CABARET sería la escogida (En eso y en otras muchas cosas coincido con mi queridísima  prima escritora).  El papelón de Liza Minnelli es para enmarcar. Sus ansias de vida, disfrutar, triunfar, querer y ser querida  son a la vez  su  fuerza y su debilidad: El trío de la película; colosal. Una historia con  el imparable crecimiento del  fascismo de fondo. La escena del joven soldado nazi enarbolando una canción que enciende la llama  de los presentes es de piel de gallina.  "El mañana me pertenece", cantan en comunión mientras se van levantando y elevan su brazo al frente. De miedo. No es mi intención comentar  la película como alusión  al fascismo.  Aún siendo tan obvias, las críticas nunca sobran, pero sobran cada uno de sus  horrores. La comento porque acabo de verla por enésima vez; magistral. El inconsciente colectivo; ese es el tema sobre el que me gustaría detenerme y reflexionar brevemente.  No es tema  para un neurólogo clínico enfrascado en patologías y enfermedades, si bien, durante mi etapa de residente tuve el privilegio de  compartir guardias y muchas horas de charla con uno de los adjuntos del servicio  gran conocedor de Jung y su teoría del inconsciente colectivo. Y, el incosnciente colectivo, sin duda, se encuentra en cada uno de nuestros cerebros; particular, único; compartido; universal.

El hombre y sus símbolos -escrito por  este discípulo de Freud que terminó por separarse de su maestro  por sus desavenencias de fondo- me abrió la mente al mundo de los arquetipos, del arte; los símbolos como representación; todo un paraíso para  aquel que desee adentrarse en su propio  universo vital. Carl Jung y su camino lleno de aportaciones al campo del comportamiento humano. El inscosciente colectivo.  Lo que parecía interpretaciones personales de un visionario, con el tiempo, las neurociencias, en cierta manera, apuntan en dicha dirección cuando se refieren a vías neuronales predeterminadas.  De la memoria inconsciente a la memoria consciente. Dos circuitos neuronales con las estructuras cerebrales implicadas en gran parte ya desveladas. Dos circuitos de alguna manera interrelacionados. Y el inconsciente colectivo tan real como misterioso flotando en nuestro cerebro.   El hombre y sus símbolos;  una joya   de indiscutible  interés para todos los  públicos. Palabra de médico.  Liza Minelli, la gran Liza Minelli  cantando  en un maravilloso final;  la vida es un cabaret, amigos, sólo un caaaaabaret... chin, chin... qué  buena!