viernes, 1 de agosto de 2014

Una ridícula manera de vivir


Atónita. “Estoy preparado para todo, menos para el deshonor”  resalta en su biografía,  eso he leído estos días. Un hombre de principios, más o menos honrado, aunque débil y de manga ancha con su entorno más querido; su imagen creo mayoritaria. En todo caso, un símbolo; sino intachable, intocable;  sino admirado, respetado. Levantada la alfombra, mucho me temo -ya se está viendo- saldrán billetes y trapos, trapos y billetes; un descrédito descomunal.
En espera de las  investigaciones pertinentes, nos vamos de vacaciones. No era mi padre, pero era un padre para muchos. No era mi líder, pero era un líder para muchos;  lo fue durante décadas; el capitán  de una sociedad pacifica y amable empujada entre unos y otros  a un panorama de  creciente  tensión;  tensión gestada desde las ilusiones de unos y las ambiciones de otros; tensión sin armas o con la información como arma afilada.  Y la información no ha hecho más que empezar. Batallas sin balas, alfombras llenas de verdades, mentiras, especulaciones, interpretaciones,  intereses... vacaciones, menos mal.  
La avaricia, más que un pecado, es un ridícula  manera de vivir.  Dudo que estos personajes representados en el  tío Gilito acudan al psiquiatra, pero deberían. Terapias antibilletes. Hablando de trastornos de personalidad, siempre escojo  el siguiente  ejemplo: una persona  frente a la carta de un restaurante. Duda, no sabe que pedir. Dos posibilidades. Si duda, pero, en un tiempo razonable, es capaz de escoger, pues no le iría mal acudir al psiquiatra, si bien, puede ir tirando con sus dudas. No obstante, en caso de que se encuentre incapaz frente a la elección de un plato u otro;  ponerse en manos de  un psiquiatra se convierte en una imperiosa necesidad. Volviendo a la avaricia como tema tan candente que hasta quema: la persona que peca de esta ridícula manera de vivir, pues  allá ella y su almohada. Pero, en el caso de que esta acumulación de billetes conlleve engaños, delitos,  fraudes...  en el  caso de que el honor esté en juego… más que psiquiatras... un amigo, un sólo amigo de verdad,  dos dedos de frente, firme y honesto...sólo eso...  no se entiende, realmente está historia no se entiende.  Al agua patos y  hasta septiembre.