sábado, 21 de enero de 2017

Los prisioneros del estrés

A pesar de que sigo decidida a no encender la televisión el tiempo que nos toque tener que aguantar al horrible Trump, Trump a secas, sin señores ni deferencias por mucho que le hayan votado  tantos millones de personas; qué le respeten ellos, qué se traguen ellos sus palabras ahora que es de suponer las contenga el mínimo necesario para mantenerse en el poder; emocionada ante Meryl Streep y su rabia contenida que apenas le permitió expresar en púbico al recoger un premio su indignación ante las tantas y tantas sandeces salidas de la campaña de este personaje para no dormir; a pesar de que mantengo  una buena capacidad de abstracción y concentración, a pesar de ello, me siento algo desbordada ante el montón de libros que estoy leyendo para escribir el libro basado en mis recuerdos y mi padre: Barcelona, Gaudí, el modernismo, historia, novelas, economía y política; además de ello, varios libros de amigos en cola, y  ahora el recién salido de mi hermano sobre la época nazi y dos músicos componiendo en el campo de concentración; por no comentar los temas médicos, como una conferencia para la semana que viene sobre las migrañas y su estado de conocimiento actual; avances, muchos avances, revistas y más revistas, artículos a revisar.


No sigo. No es estrés, pero como siga quizá explote; una típica crisis de ansiedad que de repente aparece a modo de mareo, taquicardia, sensación de ahogo o hormigueos.  Lo habitual es que el paciente acuda a la consulta preocupado por sus síntomas. Lo de menos es el estrés, apenas lo comenta, incluso no lo comenta y solo con preguntas directas te enteras que está en pleno divorcio,  no puede pagar el alquiler del piso, sus negocios son perdida tras perdida. La impresión diagnóstica es clara pero como el cuadro presentado haya sido con sintomatología orgánica  con datos de focalidad neurológica, es decir, resulta que los hormigueos no los ha sentido en todo el cuerpo, sino en medio lado, incluyendo media cara, media vida, pues no hay más remedio que excluir patología cerebral con las pruebas correspondientes, para colmo, pruebas que muestran hallazgos de dudosa significación clínica pero que hay que controlar, estudiar más. Así estamos, estresados todos hasta que nos toque alguna enfermedad y la vida pase a ser lucha contra lo que de verdad es preciso luchar. Buen fin de semana,  amigos, no me olvido de mi blog, pero ya veis que no estoy para mucho blog. 

Los prisioneros del paraiso
Xavier Güell