jueves, 25 de mayo de 2017

Urgencia neurológica


He tenido una mañana agotadora.  El caso del primer paciente hubiera requerido horas; la sala de espera a rebosar. Un accidente isquémico transitorio. Un aviso. Siguió los pasos adecuados. En la actualidad, ante la sospecha de un episodio de falta de riego cerebral, no hay tiempo que perder. Llamar al 112. Ambulancia que te lleva a la unidad de Ictus operativa del día; todo preparado para la atención médica adecuada de este tipo de patología.

Hasta hace tan sólo  unos años poco había que correr. La falta de riego cerebral secundaria a  un trombo procedente de las arterias carótideas o  embolia del corazón  no tenían  más tratamiento que el adecuado para evitar que volviera a ocurrir.  Todos los esfuerzos inmediatos  se enfocaban en mantener al paciente estable, confirmar el diagnóstico y esperar el milagro de que la obstrucción del vaso intracraneal no hubiera sido completa y el propio cerebro evitara el daño de su tejido a través de la irrigación de esa zona en peligro de isquemia por otros vasos colaterales. 

Pero, la medicina avanza y la neurología también. En la actualidad, si se llega a tiempo a estas unidades, cuanto antes muchísimo mejor, al menos, las primeras 3-6 horas, según los casos existe la posibilidad de deshacer el trombo, permitir que la sangre fluya de nuevo por ese vaso crucial. Vital avance.

Pues bien. Al paciente de esta mañana no había sido necesario realizarle ese tipo de tratamiento, su cerebro había reaccionado por sí mismo, aunque  la actuación médica había sido no solo la correcta sino para enmarcar. En mano, una carpeta llena de pruebas. Sin síntomas, únicamente con la indicación médica de tomar una aspirina diaria de 100 mg.

Pues bien. El paciente estaba aún en una nube y agotado de sus cinco días de estancia hospitalaria por haber tenido tan solo una leve  desviación de su comisura bucal que había recuperado enseguida. Unos minutos de clínica y cinco días de pruebas, tubos, sueros, pinchazos, muy pocas explicaciones, médicos con aspecto de estudiantes; cinco días de no dormir en una habitación enana con otro paciente, familiares incluidos. Un auténtico martirio. Al medico jefe del servicio le había visto de lejos pasando de largo por el pasillo en una sola ocasión.

Después de revisar los informes, alguna prueba,  sabiendo que el hospital donde había estado ingresado era de referencia, mi misión quedaba  limitada a trasmitirle ánimos, confianza, tranquilizarle. Todo correcto. Un gran trabajo realizado a pesar de que su propio cerebro había reaccionado por sí mismo para evitar la isquemia. A pesar de que si se hubiera quedado en su casa el resultado no hubiera sido distinto. Eso sí, imprescindible el ingreso, el estudio para el diagnostico y el tratamiento para evitar la repetición de episodio. La suerte de que el cerebro te avise con síntomas que revierten en minutos es una suerte que no ocurre siempre, ni mucho menos.  

Me pareció más tranquilo y confiado. Al menos una hora de explicaciones. Esperemos que no le repita el cuadro pues todo su estudio ha salido normal. 100 mg de aspirina diaria y  el control de factores de riesgo vascular. Lo mas probable es que no se repita, pero, de repetirse, no dude en volver a  llamar al 112. A ver si en esta ocasión el jefe del departamento pasa al menos a saludarle. A mi me puede llamar cuando quiera, por supuesto. 


                                     

lunes, 1 de mayo de 2017

Verdades inventadas


Al fin lo entiendo.  «También la verdad se inventa»  frase de Antonio Machado que mi padre tenía apunta en su libreta de frases preferidas y que nunca llegué a entender porqué siendo un hombre tan aferrado a la verdad le gustaba esta frase. Enigma descifrado. Escribiendo sobre la historia de mis antepasados; sus batallas y apuestas, deduciendo en base a  hechos,  fotos, caracteres y acciones; al fin lo entiendo. «También la verdad se inventa» Mi verdad conducida por mi parentesco, mis emociones, pensamientos.
Lo mismo ocurre frente a la enfermedad.  Decirle a un paciente que está empezando una enfermedad de Alzheimer y que irremediablemente va camino de no reconocer a sus familiares, perderse en su casa, olvidarse del lenguaje; no es lo mismo que decirle que su problema de memoria reciente es debido a un deterioro cognitivo leve de carácter degenerativo para el que existe una medicación que estadísticamente ha demostrado enlentecer el proceso; un proceso que en ocasiones tarda hasta veinte años en evolucionar. No es lo mismo, pero es lo mismo. Las dos verdades. Lo segundo más próximo a una verdad inventada, pero las dos verdades.
Contenta con mi descubrimiento, reflexiono sobre la dificultad de ser médico y dedicarse la mayor parte del tiempo a escoger entre una verdad u otra. Un sexto sentido. Lo que quiere o no quiere saber el paciente. Lo que necesita saber. Sin ese sexto sentido que solo se adquiere después de muchas verdades desafortunadas, más que médicos, mecánicos, sin desmerecer a los mecánicos por los que  siempre he sentido cierta envidia de su facilidad para cambiar piezas y arreglar motores. Contenta con mi blog que misteriosamente y cuando comenzaba a cansarme por falta de tiempo y de escaso incremento de visitas, de repente, disparado, entre 500 y 1000 visitas por entrada, más de 4000 la entrada sobre esos frecuentes mareos que nos hacen caminar como flotando aunque los demás no se den cuenta. Buenas noches que durmiendo el mareo desaparece.