Atónita. “Estoy preparado para todo,
menos para el deshonor” resalta en su biografía, eso he leído estos días. Un hombre de principios, más o menos honrado, aunque débil y de manga ancha con su entorno más querido;
su imagen creo mayoritaria. En todo caso, un símbolo; sino
intachable, intocable; sino admirado,
respetado. Levantada la alfombra, mucho me temo -ya se está viendo- saldrán billetes y trapos, trapos y billetes;
un descrédito descomunal.
En espera de las investigaciones pertinentes, nos vamos de
vacaciones. No era mi padre, pero era un padre para muchos. No era mi líder,
pero era un líder para muchos; lo fue
durante décadas; el capitán de una sociedad pacifica y amable empujada entre unos y otros a un panorama de creciente tensión; tensión
gestada desde las ilusiones de unos y las ambiciones de otros; tensión sin
armas o con la información como arma afilada. Y la información no ha hecho más que empezar. Batallas
sin balas, alfombras llenas de verdades, mentiras, especulaciones, interpretaciones, intereses... vacaciones, menos mal.
La avaricia, más que un pecado, es un ridícula
manera de vivir. Dudo que estos personajes representados en
el tío Gilito acudan al psiquiatra, pero
deberían. Terapias antibilletes. Hablando
de trastornos de personalidad, siempre escojo
el siguiente ejemplo: una
persona frente a la carta de un
restaurante. Duda, no sabe que pedir. Dos posibilidades. Si duda, pero, en un tiempo razonable, es
capaz de escoger, pues no le iría mal acudir al psiquiatra, si bien, puede ir
tirando con sus dudas. No obstante, en caso de que se encuentre incapaz frente a la elección de un plato u otro; ponerse en manos de un psiquiatra se convierte en una
imperiosa necesidad. Volviendo a la avaricia como tema tan candente que hasta quema: la persona que peca de esta ridícula manera
de vivir, pues allá ella y su almohada. Pero, en el caso de que esta acumulación de
billetes conlleve engaños, delitos, fraudes... en el caso de que el honor esté en juego… más
que psiquiatras... un amigo, un sólo amigo de verdad, dos dedos de frente, firme y honesto...sólo eso... no se entiende, realmente está historia no se
entiende. Al agua patos y hasta
septiembre.