Menudo
virus más virulento. Médicos sin fronteras luchando por salvar vidas y frenar la epidemia. Laboratorios acelerando la investigación de fármacos aún en fases muy iniciales de experimentación. Repatriar a un compatriota. Si el sacerdote
resucitara. Viendo al equipo médico en plan astronautas mientras bajaban al enfermo del avión en una
especie de cofre o burbuja anticontagio, ya me escamé. El esfuerzo, el gasto, el riesgo; un sin sentido o un derecho. En plenos recortes, demorando intervenciones hasta que
el paciente ya no necesita operarse pues ya se le paró el corazón...
Y
estalla el contagio. Y comienza el baile de errores, disparates, el virus paseándose
por Madrid. Menos mal que -según expertos de confianza- a pesar de ser altamente letal, este virus llamado ébola resulta poco contagioso en los
primeros días de la enfermedad y se trasmite unicamente a través de fluidos corporales. Menos mal. Entre el asombro y la verguenza ajena... ! Pero de dónde ha salido este consejero de sanidad! Ni buscándolo se encuentra a un
personaje tan bruto y desafortunado en sus comentarios. Menudo momento estamos viviendo.
Mi
desánimo es evidente. Derecho a decir manipulado por unos y ninguneado por otros. Más que decidir,
lo que deberíamos es exigir; juego limpio, rigor, sentido común,
profesionalidad. Mi derecho a ser repatriada lo cambio por un poco de aire
fresco bien intencionado y eficaz en la gestión de mis obligaciones y derechos. Suerte, T. R., que tu sistema inmunitario y los cuidados intensivos que recibes por parte de un personal sanitario volcado en que resistas venzan al virus. Un recuerdo a Africa y sus gentes. África digna; magnífica ONG. Médicos sin fronteras; ejemplar. Y termino con una pregunta que me planteo ante el coste/efectividad por los suelos de estas dos repatriaciones ¿ cuántos recursos envía nuestro estado a la zona en cuestión? Es curioso, pero, entre tanta información, no he leido datos al respecto.