Llego
de unos días de lecturas al fuego, paseos, la luz de
invierno reflejada en el mar y el verde de
Cantabria no precisa de nieve para
relucir nítida y vital; un buen descanso bien aprovechado.
La primera visita después de estos
días me ha devuelto a la realidad. Una
realidad que no admite demoras en el diagnóstico de determinados
procesos.
Hacía unos meses que el paciente
había empezado a tener problemas visuales. Tras la habitual espera a despertarse un día sin síntomas, el primer
oftalmólogo al que visitó no había encontrado nada relevante en la exploración
realizada. Después de unas cuantas semanas sin apreciar mejoría, nueva consulta
a otro especialista el cual lo remitía
al neurólogo sin informe pero con las pruebas practicadas, entre ellas, un estudio del
campo visual alarmante.
Si miramos fijamente un punto sin
desviar la mirada, todo lo que vemos es lo que se llama campo visual. Determinados déficits de este campo visual
nos están indicando que dentro del cerebro existe una lesión que afecta a las vías visuales.
Por desgracia, este era uno de estos
casos. La exploración del campo visual del paciente mediante una prueba que se
llama campimetría computarizada mostraba una pérdida de visión de los lados temporales
o externos indicativa de la existencia de un problema localizado en una área concreta del cerebro.
LA RNM craneal solicitada con la
mayor urgencia posible confirmó mis sospechas: un tumor cerebral dentro de la hipófisis o
glándula reguladora de la secreción de hormonas del organismo. Las vías visuales
procedentes de ambos ojos se cruzan justo por encima de esta área y el campo visual se ve alterado en cuanto el
tumor se extiende hacia arriba. Un tumor
habitualmente benigno pero que crece y que hay que diagnosticar a tiempo para
justamente evitar que la visión se vea
afectada.
Intervención urgente. En este caso,
de extrema complejidad. Difícilmente recuperara la vista perdida, no obstante es
de esperar que con las avanzadas técnicas de microcirugía actuales no pierda el
resto de visión. Complicada intervención dada la extensión del tumor. Entre unas
demoras y otras; un tiempo esencial perdido.
Le explico al paciente la
situación. Como dato positivo le comento
que la intervención se realiza vía intranasal sin necesidad de abrir el cráneo. Èl y su mujer me escuchan atentos y serenos, sin perder el tiempo en lamentos
ni quejas en relación a demoras, una entereza y capacidad de afrontar la situación
realmente admirable.
Urge encontrar un neurocirujano
especializado en este tipo de intervención. Les oriento al respecto. Y mientras
los tengo frente a mí no puedo dejar de pensar en la tranquilidad del campo, la
leña del fuego, espejismo o realidad, más espejismo, lo cierto es que la lotería de la vida es inexplicable, en
ocasiones, bestial; un tumor que nace justo debajo de las vías visuales y que
no es debido ni al tabaco ni al stress
ni a más causa que esa lotería de la vida a la que todos estamos expuestos y
que es de extrema importancia diagnosticar
a tiempo. De hecho, cuando aparece el problema
visual, ello nos está indicando que el
tumor ya se a expandido de modo alarmante.
Siento comenzar el año con la exposición de un caso tan crudo. Tanto avances
médicos y aún hoy en día el diagnóstico
clínico a tiempo suele ser el eslabón
más complicado de acertar. A menudo se demora en exceso; en unos casos, aún a tiempo;
en otros, demasiado tarde; en este caso,
al menos que conserve la parte de visión que aún no está dañada, aún a tiempo
para ello, mi deseo para este año.