Espectacular.
Tres kilos de perfecta armonía. Tras el primer llanto, la paz de las paces, mi
nueva sobrina. Hace algo más de dos años dediqué una entrada de este blog a tu hermano. Hoy te toca a ti; pequeñaja.
“Al
fin una buena noticia”, mensaje de una amiga a tu padre. Y es que hemos
llegado a una edad en que las pérdidas se suceden y vamos sobreponiéndonos cómo podemos, tirando sin
unos y con otros, así que tu llegada no
solo es bienvenida sino que nos alegra y recompensa, ilusiona y da energía.
Oscura
y brillante, triste y alegre, monótona y excitante… eso te vas a encontrar
querida sobrina, eso y un mundo vergonzoso en tantos aspectos que prefiero no
agobiarte antes de que amanezca. Tan sólo adelantarte algo de enorme importancia: como mujer, naces en una sociedad que al menos reconoce su machismo y trata de corregirlo; así
pues, serás lo que quieras ser, algo impensable hace apenas unas cuantas décadas, algo
impensable aún para millones y millones de mujeres en otras partes del planeta.
A tu
hermano traté de explicarle lo que somos; una mezcla de azar y orden; genes y
neuronas necesitadas de estímulos externos. A ti, apoyada en el pecho de tu
padre, te miro y no se me ocurre más que admirarte; intuyo tus sueños, tus
batallas, talentos y esfuerzos.
Vamos allá, querida sobrina, de tus 200.000 millones de neuronas actuales pronto quedarán la mitad; como si de una
escultura se tratase, se eliminarán las sobrantes, tu cerebro se irá moldeando, estableciendo redes funcionales; ver,
oír, gatear, andar, hablar; la luna, querida sobrina; la luna y lo que quieras ser.