Estoy
entrando en una etapa vital realmente complicada. Desengañada de utopías.
Aburrida de lo práctico. Sin miedos que me bloqueen, pero sin horizontes
claros, o no tan claros como para perderme en papeleos, aventuras costosas en energía, tiempo y créditos. Consciente de que me
quedan como mucho un par de décadas de actividad física y mental a rendimiento
aún aceptable para mil batallas – siempre y cuando me respeten las desgracias y
enfermedades; algo que es mucho pedir, pero por pedir que no quede-, siento que
el tiempo para arrancar proyectos nuevos se acorta hasta sentirlo encima, inmediato.
En
fin, la culpa de esta entrada poco veraniega la tiene telefónica y su funcionamiento; endiablado, desesperantemente ineficaz para el cliente. Perdida la línea de mi antiguo despacho, recuperarla pinta
negro y de locos; sin oficinas ni responsables; llamadas y ´más llamadas y vuelta a empezar; que si se
trata de una consulta médica, que si he
cambiado de dirección y mi secretaría consiguió trasladar la línea a un numero
de móvil, que si de repente ha dejado de funcionar y que urge arreglarlo…
No
sigo, sigo y sigo sin línea, pero llego de darme un baño de mar, a punto de ver
a Messi y su Argentina que mundial tras mundial sueña más que juega, soñemos
con recuperar la línea, el orden, el juego, los goles, proyectos, el tiempo.