Nebraska
es una película esplendida. En blanco y negro, grises para una historia casi
muda, sin paternalismos, la América profunda; un viejo maltrecho por los años y el alcohol camina solitario; una
ilusión en el bolsillo. El hijo al rescate; vuelta a casa, vuelta al camino,
vuelta a casa, la mujer gruñona hasta la coronilla. Vamos allá, el viaje, padre e hijo, un fin de semana, route movie, Nebraska como objetivo, un millón de dólares como
premio; típico timo que el viejo no entra en razón. Por Dios, padre, terco y perdido, de acuerdo,
vamos allá. Buen hijo, buenísimos actores, contadas frases; secas y expresivas,
crudas y naturales. Una historia de familia y cervezas a morro, la vida sin
florituras, entre la libertad y el fracaso,
esplendida película sobre la dependencia o deseos de independencia cuando el cuerpo
y la mente ya no dan para independencias.
Recuerdo
el caso de un paciente especial. Especial por mi amistad con su hija y especial
por el cuadro clínico. 80 años, un lince durante toda su vida. Un
lince hasta que su cerebro comenzó a desmadrarse. Genio y figura, si bien, en los
últimos meses, su conducta estaba siendo
alarmante. Algo así como la del protagonista de Nebraska. Sospechando un
inicio
de demencia, realicé el estudio correspondiente: una exhaustiva exploración de sus funciones
superiores que sorprendentemente salió normal; conservaba la
memoria, el lenguaje, estaba bien orientado en persona, tiempo y espacio… La resonancia cerebral y
la analítica no mostraron hallazgos significativos. Abstemio durante toda su vida. Pensé en una posible depresión. Pseudodemencia depresiva. El psiquiatra me lo devolvió. Pautamos medicación para intentar controlar una conducta que estaba planteando problemas
serios. Una de sus muchas "locuras": hacía tiempo no podía conducir
por un defecto visual y había dejado plantado en la carretera a su chofer
cogiendo él mismo el volante. Hasta Andorra. Tras
dos días sin dar señales de vida, su hija fue a buscarle. La evolución en meses
fue determinante en el diagnóstico. Demencia degenerativa fronto-temporal. Un cuadro
de deterioro cognitivo que cursa con marcados problemas de conducta y que en el
caso de este paciente los fallos de sus funciones superiores -imprescindibles
para el diagnóstico de demencia- no se
pudieron confirmar hasta pasados unos cuantos meses. Genio y figura. Aún lo recuerdo con cariño. Volviendo
a Nebraska… carreteras y moteles, bares sin paternalismos, pensando, ahora que pienso... Nebraska... no es mal lugar para perderse… buen inicio del
curso escolar, queridos sobrinos.