Me imagino griega… orgullo, dignidad… entre
tanto caos emocional, político y monetario; mis ahorros, mis esfuerzos, el futuro; incómoda, muy incómoda: si, pero no; no, pero sí. Menudos tiempos para salir corriendo.
Entre los muchos artículos al respecto leídos en estos días; me decanto por un concepto clave:la Unión Europea se basa
en la confianza de un proyecto compartido; solidaridad y responsabilidad;
reglas y programas que se negocian en Bruselas y no en cada país integrante con
la consiguiente pérdida de soberanía de los respectivos territorios nacionales. Unión Europea. Así de claro.
Y,
siendo muy optimista, - no suelo serlo- no sé bien porqué veo una luz a este desequilibrio de intereses, fuerzas, balanzas, mercados, ayudas y al mismo tiempo medidas de ajuste que han contribuido a dejar en la cuneta a profesionales con varios
idiomas en sus mochilas, aumentado el desempleo y la pobreza de parte de una sociedad que se fundamenta en el bienestar de su
población. Y veo una luz que justamente sale de Grecia y de sus actuales dirigentes que -al margen de excesos y descalificaciones- no han entendido o no han querido
entender donde se encuentran; fracasando en sus negociaciones; precipitando a su gente a un abismo donde a saber como saldrán: magnates que hace tiempo retiraron sus dineros; pequeños ahorradores
que durante estos meses han sacado del banco lo suyo; otros más
altruistas ahora acorralados
pendientes de retirarlos en cuanto se abran los bancos.
Y, ante tal panorama, paradójicamente, siento que Europa en su conjunto puede salir reforzada de este monumental
embrollo si todos sus integrantes entendemos de una vez por todas algo tan
simple como por lo visto difícil de asumir: pertenecer a la Europa del Euro es
trasferir parte de la soberanía nacional a ese conjunto de estados llamados Unión Europea. Y es cumplir unas normas que se acuerdan en Bruselas en base al equilibrio de fuerzas e ideologías resultante de las elecciones europeas. Con sus pros y sus
contras, formar parte de la Europa del euro es asumir ese marco de acción, un marco al parecer en extremo oligárquico a intentar mejorar a través del debate y el voto. Nos guste o no, jugar a quererlo todo, ni vale, ni cuela, o no debería colar, salga el Sí o salga el No. Por mi parte, se sobreentiende, preferiría que saliera el Sí, entre otras muchas razones, a ver como se come el No-. Suerte, admirada
Grecia, hoy la mente eres tú.
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