Naturalidad,
agilidad en los diálogos, sin excesos ni nostalgias ante un cáncer contra el
que se luchó sin tregua, la opción de tirar la toalla cuando sólo
queda la posibilidad de ganar unos meses de supervivencia a base de más quimioterapia, tal vez algún fármaco en fase
de investigación. Ese tiempo de impás antes del declive final: paseos, desayunos y
lecturas, alguna salida, copa de vino, cañas, arreglar asuntos y papeleos. Supongo que ya se adivina que me estoy inspirando en la película Truman; magnifica en tantos aspectos,
dos actorazos, exquisito trato de su contenido que invita a reflexionar.
Realidad
y ficción. Contar a través de la ficción esa realidad trágica del cáncer sin
excesos ni dramatismos, emociones mantenidas dentro de una admirable linea de dignidad y contención, la visita de un amigo, cuatro días arreglando
cuatro cosas que nos quedan por arreglar, así es la vida, Truman.
El
cáncer. Tarde o temprano, a todos nos toca vivirlo de cerca. La lucha es el camino. El momento de la
quimioterapia paliativa: ganar unos meses de vida entre pinchazos y
efectos secundarios, agarrarse a esa pequeña esperanza, además, en ocasiones,
el avance del cáncer es más nocivo y doloroso en caso de no tratar de detenerlo
con estos tratamientos que matan células buenas y malas. Vivir sin perder la esperanza o decidir plantarse.
Pues
bien, en Truman, el protagonista decide plantarse. En su bolsillo, una opción al
margen de la sanidad oficial. Conducir su propia vida o más propiamente
detenerla cuando el mismo decida que el cáncer ya no le deja otra opción que sufrir y depender de
otros para sus más elementales cuidados. Inteligente, respetable, ciertos matices que me gustaría detallar con la misma naturalidad con que el director de Truman conduce la película.
Pastillas en el bolsillo. De acuerdo. Acompañan,
ayudan, pero en un sentido bastante paradójico: dan vida
más que muerte. Me explico. Más
tranquilo, más seguro. Controlar tu vida, tu final. Según la manera de ser de
cada uno; un alivio esencial; durante todo el proceso se elimina la soga de verse postrado y dependiente a la espera de que un corazón fuerte y ajeno a males y desgracias deje de latir.
De acuerdo con una preocupación: la supuesta falta de control médico. Y además, en el cáncer… lo que desconoce el protagonista de Truman es la
agresividad de propio cáncer. Otros
procesos pueden durar un tiempo interminable de postración… pero el cáncer… el
cáncer, una vez avanzado, te come, te come en días, semanas, más días de la
cuenta, un final agónico y crudo, pero un final que los tratamientos paliativos suavizan,
aceleran; mórficos y sedantes bajo el control médico que ayudan, ayudan a ese
final, en fin, siento que de una película sutil, algún delicioso toque de
humor, sin duda una película cuyo guión me hubiera gustado escribir, he
derivado a un toque excesivamente práctico y serio, lo siento, Truman, no os la perdáis.