He tenido una mañana agotadora. El caso del primer paciente hubiera
requerido horas; la sala de espera a rebosar. Un accidente isquémico transitorio.
Un aviso. Siguió los pasos adecuados. En la actualidad, ante la
sospecha de un episodio de falta de riego cerebral, no hay tiempo que perder. Llamar
al 112. Ambulancia que te lleva a la unidad de Ictus operativa del día; todo preparado para la atención médica adecuada de este tipo de patología.
Hasta hace tan sólo unos años poco había que correr. La falta de
riego cerebral secundaria a un trombo
procedente de las arterias carótideas o embolia del corazón no tenían más tratamiento que el adecuado para evitar
que volviera a ocurrir. Todos los
esfuerzos inmediatos se enfocaban en
mantener al paciente estable, confirmar el diagnóstico y esperar el milagro de
que la obstrucción del vaso intracraneal no hubiera sido completa y el propio
cerebro evitara el daño de su tejido a través de la irrigación de esa zona en
peligro de isquemia por otros vasos colaterales.
Pero, la medicina avanza y la
neurología también. En la actualidad, si se llega a tiempo a estas unidades, cuanto antes muchísimo mejor, al menos, las primeras 3-6 horas, según los casos existe la posibilidad de
deshacer el trombo, permitir que la sangre fluya de nuevo por ese vaso crucial. Vital avance.
Pues bien. Al paciente de esta mañana
no había sido necesario realizarle ese tipo de tratamiento, su cerebro había
reaccionado por sí mismo, aunque la actuación médica había sido no solo la
correcta sino para enmarcar. En mano, una carpeta
llena de pruebas. Sin síntomas, únicamente con la
indicación médica de tomar una aspirina diaria de 100 mg.
Pues bien. El paciente estaba aún en
una nube y agotado de sus cinco días de estancia hospitalaria por
haber tenido tan solo una leve desviación
de su comisura bucal que había recuperado enseguida. Unos minutos de clínica y
cinco días de pruebas, tubos, sueros, pinchazos, muy pocas explicaciones, médicos con aspecto de estudiantes; cinco días de no dormir en una habitación enana con
otro paciente, familiares incluidos. Un auténtico martirio. Al medico jefe del servicio le había visto de lejos pasando de largo por el pasillo en una sola ocasión.
Después de revisar los informes,
alguna prueba, sabiendo que el hospital
donde había estado ingresado era de referencia, mi
misión quedaba limitada a trasmitirle ánimos, confianza, tranquilizarle. Todo correcto. Un gran trabajo realizado a pesar de que
su propio cerebro había reaccionado por sí mismo para evitar la isquemia. A
pesar de que si se hubiera quedado en su casa el resultado no hubiera sido
distinto. Eso sí, imprescindible el ingreso, el estudio para el diagnostico y el
tratamiento para evitar la repetición de episodio. La suerte de que el cerebro
te avise con síntomas que revierten en minutos es una suerte que no ocurre
siempre, ni mucho menos.
Me pareció más tranquilo y confiado.
Al menos una hora de explicaciones. Esperemos que no le repita el cuadro pues todo su estudio ha salido normal. 100 mg de aspirina diaria y el control de factores de riesgo vascular. Lo mas probable es que no se repita, pero, de repetirse, no dude en volver a llamar al 112.
A ver si en esta ocasión el jefe del departamento pasa al menos a saludarle. A mi me puede llamar cuando quiera, por supuesto.