Al
fin lo entiendo. «También la verdad se
inventa» frase de Antonio Machado que mi
padre tenía apunta en su libreta de frases preferidas y que nunca llegué a
entender porqué siendo un hombre tan aferrado a la verdad le gustaba esta
frase. Enigma descifrado. Escribiendo sobre la historia de mis antepasados; sus
batallas y apuestas, deduciendo en base a
hechos, fotos, caracteres y
acciones; al fin lo entiendo. «También la verdad se inventa» Mi verdad
conducida por mi parentesco, mis emociones, pensamientos.
Lo mismo ocurre frente a la
enfermedad. Decirle a un paciente que
está empezando una enfermedad de Alzheimer y que irremediablemente va camino de
no reconocer a sus familiares, perderse en su casa, olvidarse del lenguaje; no
es lo mismo que decirle que su problema de memoria reciente es debido a un
deterioro cognitivo leve de carácter degenerativo para el que existe una
medicación que estadísticamente ha demostrado enlentecer el proceso; un proceso
que en ocasiones tarda hasta veinte años en evolucionar. No es lo mismo, pero
es lo mismo. Las dos verdades. Lo segundo más próximo a una verdad inventada,
pero las dos verdades.
Contenta con mi descubrimiento, reflexiono
sobre la dificultad de ser médico y dedicarse la mayor parte del tiempo a
escoger entre una verdad u otra. Un sexto sentido. Lo que quiere o no quiere saber
el paciente. Lo que necesita saber. Sin ese sexto sentido que solo se adquiere
después de muchas verdades desafortunadas, más que médicos, mecánicos, sin
desmerecer a los mecánicos por los que siempre he sentido cierta envidia de su
facilidad para cambiar piezas y arreglar motores. Contenta con mi blog que
misteriosamente y cuando comenzaba a cansarme por falta de tiempo y de escaso incremento
de visitas, de repente, disparado, entre 500 y 1000 visitas por entrada, más
de 4000 la entrada sobre esos frecuentes mareos que nos hacen caminar como
flotando aunque los demás no se den cuenta. Buenas noches que durmiendo el mareo desaparece.