Palabra de médico. Médico o Médica. Reconozco mis dudas. Siendo mujer, lo coherente sería presentarme a mi misma como médica. El hábito no sirve de excusa. Suele ser recomendable adaptarse a los cambios, sobretodo si esos cambios se relacionan con lo que debería haber sido y no fue por razones en negativo. Dominio de un género sobre otro, por ejemplo. No pretendo exagerar pero, dentro de unos años, cuando en una mesa de diez personas se dé la circunstancia de que nueve de ellas sean mujeres, pues, sencillamente, se dirá… qué bien estamos todas juntas… brindemos todas por… y, el pobre hombre, colgado entre mujeres, al principio se sentirá como una niña con trenzas, pero con el paso del tiempo incluso le sonará raro lo que ahora le suena bien; lo mismo - a la inversa- que me ocurre a mí cuando me nombro a mí misma: médica. Me suena a aseguradora médica. No me reconozco. El sonido de las palabras; la entonación, ritmo o prosodia como valor esencial en la comunicación no sólo oral sino también escrita. Las palabras bailan en el interior del escritor; relees y relees y, cuando suena como deseas escucharlo, sonríes satisfecha/o. (Otro revés de género) “Aunque el universo desapareciera la música perduraría”, afirmaba Schopenhauer en referencia a la especialísima capacidad de la música para penetrar en lo más intimo del ser, trascender más allá de las ideas y, en cierta manera, ignorar al mundo… Escribiendo mi libro sobre el cerebro, todavía recuerdo la emoción sentida al sonarme como definitivas las palabras finalmente escogidas para descifrar y contrastar con los conocimientos científicos del momento la hermosa frase de uno de los grandes del pensamiento. Tras semanas de lecturas sobre el sentido del oído, inmersa hasta el fondo en el significado del sonido, de repente, me sentí feliz. El área cerebral especializada en el análisis de la música puede llegar a ser un 25% mayor en los músicos que en el resto de personas. Un extraordinario sentido a potenciar desde edades tempranas. La capacidad musical: desarrollada a lo largo de la evolución, caminando hacia su propio infinito... Os dejo con Wagner y el planeta Melancolía. Besos.