Llego de ver El médico. Temazo para mi blog.
Y ya van dos nuevas entradas desde que decidí aminorar la marcha. Basada en la novela de
Noah Gordon; de esos libros que devoras más que lees. Respecto a la película; magnifica adaptación
ambiental, buenas actuaciones y poco
más, tampoco creo que se pretenda más.
Guión para enmarcar. Los comienzos de la medicina. Barberos,
tenazas, cuchillos, medicina o falta de
medicina paralizada por la religión; fantasmas, omnipresente poder; cristianos, judios, musulmanes. Un joven
atravesando el mundo en busca del maestro, jugándose el cuello, diseccionando un cadáver cuando abrir y ver al interior del cuerpo humano se consideraba un
sacrilegio. Aún recuerdo lo que disfrute leyendo el libro, sin embargo, no recuerdo
que influyera en mi decisión de ser
médico. Quizá porqué ya estudiaba
medicina. Quizá porqué cuando lo leí
ni siquiera me planteaba ser médico. Y es que mi elección de carrera no fue vocacional sino por exclusión. Ni recorrí medio mundo, ni me supuso riego alguno contemplar el interior del cuerpo humano, tampoco especial emoción. Asistía a las clases de anatomía más bien
agobiada, la mente dispersa, pensando en mis cosas, mis
vivos, amigos…Sin excesivo entusiasmo, fui
aprobando curso tras curso con pocos sobresalientes
y menos aventuras de las que me hubiera gustado disfrutar.
No sabría explicar porqué un guión basado en los inicios
de la medicina me está trasladando a algo tan personal como mis inicios.
Recuerdo con mucho cariño mi grupo de estudio; la casa en medio del bosque de
Valldoreix donde nos reuníamos para
preparar los exámenes, las quirche lorraine, las fondues; el hospital
donde pasé un par de años como médico asistente, las noches de guardia entre charlas distendidas, urgencias. Y mi primer error. Un niño con fiebre. Después
de mi valoración del caso, tras comentarlo con el médico adjunto, le dimos el
alta con tratamiento sintomático para su fiebre y mucosidad nasal. A la mañana siguiente avisaron del hospital
infantil San Juan de Dios: el niño había fallecido por una meningitis
fulminante. Ni signos meníngeos cuando
le exploré, ni datos clínicos que anunciaran la gravedad del proceso, no
obstante, sin excusas, algún signo debimos pasar por alto, eso pensé y pienso. Bastantes años después, presente ese niño, escribí en mi libro el cerebro al descubierto “En el
periodo formativo de todo médico suele existir un día clave, un día en el que
uno se enfrenta de cara con una profesión donde la vida de las personas está en
juego. Tomas conciencia de la responsabilidad adquirida y la asumes. Ese día te
conviertes en médico” De los inicios de la medicina a mis inicios… aventuras y desventuras, ahora que pienso, quizá todos los
inicios tengan algo en común. El médico.
Como suele ocurrir, más completo el libro que la película, en todo caso, buena
película.