Mientras
desayuno, apunto en el móvil el nombre de Marilynne Robinson, seguido de una frase de Marcel Proust utilizada en el artículo que acabo de leer en el Babelia en relación a la obra de esta autora hasta ahora desconocida para mi “El
verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino
en tener nuevos ojos” Y es que lo extraordinario de sus novelas es que no avanzan cronológicamente, sino que vuelven atrás para examinar
los mismos sucesos otra vez desde la mente de un personaje nuevo A propósito de este curioso modo de abordar el tiempo, se me ocurre una reflexión.
Y no
sobre nuevos ojos, sino en relación a nuestros propios ojos abordando una escena, foto, paisaje... Mil destalles desapercibidos. Volver atrás.
Otros detalles. Una pincelada de conocimientos sobre nuestra capacidad de
percepción y de atención puede ayudar como introducción a este apasionante tema; limitaciones y posibilidades a potenciar.
Percepción.
Atención. Dos funciones básicas como primer eslabón de la memoria. Lo que no
se percibe, no se recuerda. Registrar consiste en percibir y comprender lo que
queremos guardar en la memoria. Si nos hablan en un idioma desconocido,
difícilmente podremos registrar alguna que otra palabra. Atención, tener o no
tener la mente abierta a una nueva información. Nuestra
capacidad de atención tiene tres características esenciales: sostenida,
limitada, selectiva. Sostenida al ser posible mantenerla
de modo continuo, por ejemplo cuando vemos una película. Limitada, dado que
por mucho que nos esforcemos, solo podemos prestar atención a muy pocas cosas a
la vez, requiriéndose más atención cuanto más difícil es la actividad a
realizar. Y selectiva: al ser limitada, disponemos de otra cualidad mental que nos permite seleccionar lo que nos interesa e ignorar el resto.
Y, para terminar esta sencilla reflexión sobre miradas y atención, comentar un curioso estudio de investigación que pone en evidencia nuestras limitaciones y poco entrenadas capacidades a la hora de fijarnos en lo que vemos: La ceguera al cambio: a grupos de personas se les pasa una
película, luego, de esa misma película, se cambian personajes, ropa, objetos… y resulta que dichos cambios pasan completamente desapercibidos. Interesante
estudio que muestra lo que ya presuponíamos: nuestras mentes están acostumbradas a codificar de modo demasiado
automático y superficial. Cerrar los ojos. Abrirlos. Cerrarlos. Al gusto de
cada uno. Tanta información. Pero, luego no nos quejemos de nuestra memoria.
Bastante hace por nosotros.
Foto entrada F. A. N
Issafly