Ciao,
bella… sonrío por dentro y por fuera… comparándolo con el habitual adiós señora… bravo por la joven argentina encargada del recién estrenado bar del
pasaje. Más esbelta, más enérgica, camino centrada en una frase que acabo de leer en el periódico.
“La
moral burguesa sentimental me asquea:
prefiero el coraje a todas las demás virtudes” Orson Welles. 100 años, hubiera cumplido. El artículo aprovecha su aniversario para repasar sus películas, su fuerza,
su vida; un monstruo en todos los sentidos. Su frasecilla no engaña. Pienso y
visualizo al ciudadano Kane en acción; el coraje arrasando otras virtudes. Y, acto seguido me viene a la mente la madre Teresa de Calcuta; el coraje por y para otras virtudes; coraje y bondad. Sin dudarlo me quedo con ella, admirado Orson, aunque, reconozco que tu frase me atrae, me gusta, la entiendo, y, en parte, la comparto.
El
coraje. No sé exactamente de qué función cerebral estamos hablando.
Seguridad en uno mismo, valentía,
capacidad de asumir riegos, falta de miedo… El miedo. Por ahí podemos extraer alguna luz. El miedo o una de las cuatro
emociones básicas sobre las que se configuran nuestras vidas: Ira, miedo, alegría, tristeza. Emociones todas ellas resultantes de conductas repetidas de generación en generación. El coraje
como comportamiento. Se nace o se hace. Se nace y
se hace. ¿Cómo estimular el coraje de nuestros hijos y al mismo tiempo
encaminarlo hacia otras virtudes más allá del propio beneficio? “La moral
burguesa sentimental… “de acuerdo, Orson, de acuerdo, presente tu frase.. .a ver que te parece así: " Qué la osadía ante la vida vuele
libre dentro de unos márgenes éticos no especialmente burgueses" algo enrevesado, me gusta, pero mejor sigamos con el coraje sin más sombras que las inevitables.
Coraje,
¿dónde he visto realmente coraje en mi día a día? Coraje, coraje es lo que he visto en cada una de las
personas cercanas que afrontaron su proceso cancero -tratamiento incluido- hasta el último
suspiro; cada uno a su manera; distintos estilos; el mismo coraje; dos
ejemplos; admirables los dos; sin una queja como denominador común. Uno yendo a
su editorial con la sonda nasogástrica
colgando del pelo, mojando el pan con el vino para disfrutar de sus cenas, sus
amigos. Otro organizando su espacio en su casa; horarios, visitas, teléfono,
periódicos; comiendo sin hambre,
tranquilo, sus días tan suyos. Y más y
más casos; amigos en plena batalla, el mismo coraje… y, mientras me llega mi
hora, ganas de volver a ver tus películas, Orson, disfrutar de tu talento, pero, sobretodo, ganas
de enfocar mi coraje hacia la generosidad no burguesa - si uno mismo se
entiende, ya es más que suficiente,-, coraje, coraje hasta que me llegue la hora del verdadero coraje: CORAJE EN MAYUSCULAS.