domingo, 22 de mayo de 2016

Dolor y desesperacion


El paciente se sienta y suspira. 50 años recién cumplidos. De 200 km, de urgencias, mi secretaria le ha metido en un hueco; menudo hueco de cinco minutos cuando el paciente lleva un par de años sin diagnosticar, un montón de pruebas en mano.

Al principio el dolor no era tan intenso, ahora insoportable, se cortaría la pierna: Ni recuerda las medicaciones probadas: alguna muy mal tolerada, otras como agua… Desesperado por el dolor y porque nadie le encuentra nada. De médico en médico  y nada. Cada especialista con sus pruebas. No acabo de entender que el paciente acuda sin hora, de 200 km, pero, en ocasiones, bastantes ocasiones, las circunstancias y la lógica se ignoran. Miro de reojo el listado de pacientes que se irán acumulando en la sala de espera mientras trato de centrarme frente al que tengo delante. Sin tiempo y a destiempo, el tiempo es más oro que nunca. Al grano. Experiencia y martillo.

Es aquí, señalándose la zona inguinal izquierda, aqui, justo aqui pero irradia a toda la pierna.¿El dolor varía según la posición? ¿Sentado? ¿De pie? ¿Caminando? O es constante y no se modifica. No sabe bien, se lo han preguntado tantas veces que cada pregunta que le hago le pesa, le sobra, perturba, otra vez no... Por lo que interpreto, la posición modifica algo la intensidad de su dolor aunque no desaparece. Sentado quizás mejor, de noche… un infierno. El paciente hace ademán de extender sobre la mesa todo el papeleo de pruebas e informes entremezclados en una bolsa. Lo evito tratando de ser amable. “Luego, si no le importa, luego las vemos”… revisar tanta prueba me llevaría un buen rato que no dispongo y es más que probable que ninguna de ellas aporte información relevante respecto a la causa del dolor puesto que en caso afirmativo ya le habrían diagnosticado. Al grano. Experiencia y martillo.

“Vamos a explorarle. Primero quiero verle caminar” mientras le indico la puerta para que salga y camine por el pasillo. Por lo general, el neurólogo adquiere con los años una destreza especial; tan sólo observando caminar al paciente ya  se orienta el caso. En este caso, cojea un poco, cojera que podría ser por el dolor. Dolor y desesperación: una combinación explosiva; se superponen, se potencian. Por supuesto, sin dolor no habría desesperación, pero, sin desesperación en muchas ocasiones, el dolor sería mucho más soportable,

Ya sentado en la camilla. El martillo es clave. Perfectos los reflejos. No hay déficit motor ni sensitivo y la zona donde señala el dolor no le duele más al palparla. Ahora estirado. Elevo en extensión la pierna y el dolor no se modifica; dato que prácticamente descarta  compresión o  pinzamiento de una raíz lumbo-sacra.

Desde el inicio, por la zona y las características del dolor  se que su causa no es neurológica; entendiendo por causa neurológica algo que explico a menudo y no sé bien si se entiende, pero, así es y no hay otra manera de explicarlo mejor: sin las vías sensitivas del dolor, no tendríamos dolor: el cáncer nos invadiría ya sin remedio,  una colilla encendida nos quemaría la piel y adiós mano, el apéndice imflamado  se abriría al abdomen provocando un cuadro grávisimo… El dolor como señal de alarma esencial para diagnosticar a tiempo un problema médico que en  la mayoría de ocasiones nada tiene que ver con una enfermedad o problema  neurológico en si mismo. En otros casos, sí. En las características del dolor y en las pruebas que excluyan causas concretas está la llave diagnóstica.

Ahora toca lo más difícil. Qué el paciente  salga al menos un poco menos desesperado de lo que entró. “Por la zona de su dolor y la exploración, su dolor no es debido a una raíz lumbosacra comprimida por una protusión discal u otra causa. En su caso, su dolor se irradia a la pierna, pero en mi opinión, debería realizarse y analizarse con detalle el resultado de un estudio de resonancia o TAC intrapélvico”. No le suena el nombre. Abre la bolsa, extiende las pruebas. Tiene pruebas de columna, de cadera... no encontramos la que he comentado. "Aunque ya la tenga realizada, si se la realizó hace tiempo, puede ser de utilidad repetirla, concluyo"

Me despido. Más o menos media hora de retraso en mis visitas programadas con semanas de antelación, podría haber sido toda la mañana. Me quedo un par de minutos escribiendo los datos más relevantes  De encontrarse una causa en el interior de la pelvis... un tumor, un tumor comprimiendo... no se si es peor que no encontrar nada.... un dolor insoportable, sin diagnostico y sin respuesta a tratamientos para el dolor… no se lo deseas a nadie. El dolor: aviso y suplicio, las unidades del dolor son de mucha utilidad, si bien, en primer lugar, el diagnóstico es esencial. Algo sencillo de entender y no tan sencillo de cumplir.  “En cuanto se realice la RNM intrapélvica, envíeme el resultado por mail, según lo que salga le aconsejaré  el especialista más adecuado” mientras le acompaño a la recepción y me despido mientras saludo al siguiente paciente.

TAC intrapelvico

                                       


martes, 17 de mayo de 2016

El ladrón de palabras

A propósito de una película que acabo de volver a ver en vídeo en mi actual entusiástico intento de incorporar de una puñetera vez  el inglés a mis circuitos neuronales. Algo así como una sencilla reflexión sobre la verdad en medicina.
En la práctica clínica, cada paciente es un mundo, una duda, un miedo, un problema diferente, sin embargo, existen dos modelos extremos. Por un lado están las personas que ante el menor síntoma de su cuerpo se alarman y consultan de inmediato al médico; un sutil mareo, una leve cefalea,  dolor de espalda… correcto  y conveniente si no fuera por qué, en especial, a cierta edad, lo más probable es que uno se pase el día en el médico. Y, por otro lado, desde temprana edad, esa actitud de alarma constante, si uno se pasa de determinada raya, entra de lleno en lo que se llama ser un hipocondríaco. Por el contrario, en el otro extremo, se encuentran aquellas personas que tardan meses y meses en consultar síntomas  verdaderamente alarmantes. Miedo o, ya se me pasará. Por mi parte -encontrándome mucho más cercana a este segundo modelo de paciente- como médico no abronco ni echo leña al fuego por las consecuencias en ocasiones irreparables de no haber consultado a tiempo… no hay marcha atrás, a ver qué se puede hacer… comprendo el miedo, esas ganas de que la vida sea de otra manera y esa esperanza un tanto ingenua de despertarse por la mañana como nuevo. Concluyendo, de extremo a extremo, evitarlos, ni hacer uno mismo de médico, ni estar todo el día de especialista en especialista. Agenciarse un buen médico de cabecera. El mejor de los consejos.  
 El ladrón de palabras, película que me ha inspirado, no habla de medicina sino de mantenerse firme en una mentira o de la verdad como liberación. La verdad como única salida. Y es que, reflexionado sobre el tema, no se me ocurre ninguna circunstancia vital en la que la carga de la mentira sea asumible o preferiblemente asumible de por vida a pesar de la avalancha de complicaciones y problemas que supone desvelar la verdad. “¿Cree que puede robarme parte de mi vida,  hacerla suya y esperar arreglar las cosas?  le dice un hombre envejecido por los años y su historia magníficamente interpretado por Jeremy Irons,  al joven escritor plagiador de su manuscrito extraviado décadas atrás.  “Todos tomamos decisiones en la vida. Lo difícil es vivir con ellas. Y nadie puede ayudarle con ellas”  No desvelo más datos de la película por si algún lector no la vio en su momento. Muy aconsejable. Y lo del médico de cabecera. Y lo de aprender idiomas  a partir de cierta edad… ah… el mar, el mar, zambullirse, ya llega… lo más de lo más.

El ladrón de palabras

                                                      



domingo, 8 de mayo de 2016

Empezar de cero

Desconcertante, desesperante… muy de tanto en tanto - menos mal-  la visita médica parece un cable de alta tensión, otras desconectado. Por lo general, viéndoles entrar, ya lo intuyes, algo no va a funcionar.  

“No. No queremos enseñársela. Queremos que empiece de cero” Perpleja, no recuerdo semejante frase o disparate en tanto montón de años visitando. La historia clínica comienza recogiendo datos y más datos; del motivo de consulta a los antecedentes patológicos, diagnósticos y tratamientos previos; cuanta más información, mejor; para ayudar, solucionar, se sobreentiende. Pues no. Por lo visto hay quien no lo tiene tan claro. “Queremos que empiece de cero” frase soltada por el marido de la paciente con determinación y un molesto tono de exigencia. Perpleja, tras unos segundos, reacciono. “Vamos a ver… si hace unos meses se realizó una RNM craneal es preciso verla, al menos, tener información del resultado; no descarto solicitar otra,  pero, por supuesto, los resultados de la ya realizada  los necesito conocer”

Empezar de cero. La medicina no funciona así… trato de explicarles algo tan obvio manteniendo la calma en un día que no es mi día. La necesidad de conocer sobre cada caso clínico cuantos más datos mejor. Y, en su caso, un caso de cefalea, pues también. La paciente y su marido no sólo no me entienden sino que amagan con marcharse. Ningún problema, un alivio, pienso mientras tratan de aleccionarme “Es usted la que no nos entiende. Estamos hartos de ir a médicos que lo único que hacen es cambiar una medicación por otra, más de quince años y siempre es lo mismo: más dosis, otra medicación y adiós muy buenas… hartos, hartos", volviéndose a sentar ante mi silencio o ante lo absurdo de su marcha cuando han realizado más de cien kilómetros en coche para venir a mi consulta habiéndose informado de mi experiencia en el campo de las cefaleas.  A ver como acaba este disparate de desconexión. No pinta bien. Ni me entienden, ni les entiendo, en eso si estamos de acuerdo.

No me queda otra. Sacar de la bata una barita mágica para tratar de reconducir la visita, dejar de lado la obvia necesidad de ver la RNM motivo de discordia y comenzar de una vez la historia clínica. Al menos, obtener los datos indispensables. La frecuencia, características, medicación… mientras voy preguntando y anotando, trato de explicarles los conocimientos actuales sobre las migrañas; la importancia de no abusar de calmantes dado su efecto rebote. Evitarlos y encontrar la medicación preventiva o diaria más eficaz. Ojalá existiera el equivalente a un antibiótico para cada una de las enfermedades de nuestro cuerpo, pero, ni se vislumbra, asi que, como hasta ahora le han estado aconsejando sus médicos, en las medicaciones preventivas está la clave de su calidad de vida. En mi experiencia, raro es el caso que no se consigue una mejoría clínica significativa siguiendo las indicaciones médicas. Paciencia y un calendario marcando los días que se tiene dolor. Revisiones periódicas. Si se automedica, no hará más que empeorar. 

Se levantan. Ni contentos, ni tan tensos como al principio; algo es algo. En mano, receta y petición de RNM craneal de control  dada la frecuencia diaria de sus cefaleas, pero con el compromiso de traerme los resultados de la realizada hacia unos meses. Menudo bucle de desconexión. No te entiendo, no me entiendes... “La complejidad de las cosas dentro de las cosas, es sencillamente inagotable” reflexiona la escritora Alice Munro. No hay forma de conocer a nadie, de explicar la conducta de los demás, ni siquiera de los seres más cercanos… acabo de leer esta mañana en el País dentro de un artículo delicioso firmado por el escritor Gustavo Martín Garzo “El fracaso del amor” inspirado en Julieta, la última película de Almodovar. Qué buena pinta. ¿Qué sucede cuando aceptamos lo inevitable de la perdida? ¿Cuándo ya no nos quedan lágrimas? La culpa es el último asidero del amor; ni eso  queda; perturbador. Habrá que verla. Y la nueva RNM craneal que no he tenido más remedio que pedir a esta paciente… o, visto lo visto, quizá no vuelva a mi consulta y se busque a otro neurólogo con el que conecte mejor. Ojalá. Sin conexión entre médico y paciente no hay medicina que valga. 



                                     

domingo, 1 de mayo de 2016

Las horas

Medicina, neurología; una entrada sobre lo mío que ya toca. Eso planeaba, no obstante, acabo de leer una excelente entrevista realizada a uno del los grandes intelectuales alemanes del siglo XX (hasta ahora desconocido para mi) el escritor Hans Magnus Enzensberger, y varias de sus respuestas  me han gustado tanto que no puedo dejar de compartirlas. En mi consulta mis pacientes no pueden esperar, pero, tumbada en el sofá, domingo por la tarde, Brahms de fondo,  mis horas.  

“Novela, novela ¿qué es una novela? Para el escritor, siempre hay un momento de ficción, incluso en biografías; descubres una historia, por así decirlo; en virtud de unos hechos se puede inventar una historia. Los hechos están llenos de lagunas y el escritor está autorizado a adivinar algo” A nivel personal esta es la reflexión que más me ha interesado pues ando inmersa en un proyecto relacionado con este tema. Es curioso como una simple lectura en el momento adecuado te puede ayudar a definirte: lanzarte a la piscina o pasar página; en eso estoy.

Sigamos con la entrevista. Obligada pregunta sobre los refugiados sirios. “En Italia hay una bonita palabra: tuttologo. Alguien a quien se puede llamar para todo y siempre tiene un comentario… Yo no soy un tuttologo, escribo sobre asuntos sobre los que entiendo un poco.” El entrevistador insiste. “En los años noventa ya escribí sobre el tema y creo que lo que escribí entonces no era tan erróneo. Pero no voy a repetirme y, menos, si los refugiados vienen de países que no conozco bien. Cuando se quiere ayudar a alguien, primero hay que conocerlo bien. Ayudar es un arte.

No sigo. A ver si encuentro  la versión online de la entrevista y la adjunto. Por cierto, hablando de horas, Las horas; película sobre la escritora Virginia Wolf es magnífica; en vídeo la he disfrutado  más que en el cine cuando la vi hace ya unos años, pues tiene frases magistrales y resulta  un verdadero placer rebobinarlas. Termino con las palabras finales que son música y sentimiento para enmarcar  y prometo dedicar mi siguiente entrada a lo que realmente conozco bien.

Dear Eduard,

To look live in the face
Always to look live in the face
And to know it
For what it is
At last
You know it
To love it
For what it is
And then
To put it away
Leonard
Always the years between us
Always the years
Always
The love
Always
The hours

                                                       
                                   




http://www.lavanguardia.com/edicion-impresa/20160430/401463717381/a-veces-escribo-libros-por-puro-enfado.html