Instalada unos días en un lugar idílico; interior rodeado de olivos, divisando el mar a tres minutos andando a través de un campo despejado. Tumbona bajo un árbol, frente a una piscina en línea con el horizonte. Días de desconexión aunque con el móvil a mano; silenciado entre cremas protectoras. Cada cierto tiempo, la mano en su busca, algún mensaje, estos días, muy en especial sobre mi recién publicado libro; está gustando; eso me trasmiten. Contenta; cada cierto tiempo, un nuevo mensaje. De repente, uno del todo inesperado, helador
Un infarto fulminante, así se acababa de marchar un buen amigo de mis veranos en Comillas, excelente arquitecto; justo me encontraba pensando en él para un posible proyecto del estilo del que estaba disfrutando; justo acabábamos de vernos al encontrarse de paso en Barcelona el día de la presentación de mi libro; la ilusión mientras se lo dedicaba; A Inés y a Antón; Antón, Comillas no será lo mismo sin ti, tú que parecían inmune al paso del tiempo; tú que que siempre lo tuviste claro, Comillas, lloviera lo que lloviera; tus aperitivos, tu familia, tus amigos.
Respirar hondo no es suficiente, así de repente llega el silencio, el corazón se para por la obstrucción de un vaso que justo se encarga de la irrigación de una zona vital para seguir bombeando. Respirar hondo no es suficiente, hace ya unos años otra amiga se marchó así, aún siento el vacío, aún la siento presente.
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