Antes me ponía de ejemplo.
“No se preocupe, a mí también me
ocurre”. Inolvidable el recuerdo del
despiste de cuando me trasladé a Madrid
a iniciar la residencia de
neurología. Mi peine en la nevera de mis
parientes que escrupulosamente
respetuosos con su invitada… ni nombrarlo… hasta que se me ocurrió preguntarles
si lo habían visto por algún lugar de la casa. Aún nos reímos.
Despistes que se suelen
atribuir a falta de atención. Desde luego, mientras uno deja un peine en la
nevera está pensando en todo menos en el peine. Ante un paciente preocupado por
sus despistes, siempre trato de explicarle que lo realmente preocupante como
posible inicio de un deterioro cognitivo camino de una demencia no es el
despiste en si mismo sino la frecuencia o números de objetos perdidos, olvidos,
repeticiones que nos ocurren a lo largo del día. Como una balanza; una balanza
claramente a favor de un buen rendimiento en nuestras actividades cotidianas. Por otro lado, también debemos tener en cuenta la categoría del despiste en sí
mismo. Pues, si un despiste del tamaño de un peine en la nevera, se va
repitiendo con asiduidad, la consulta al especialista en despistes es más que
aconsejable. Algo en la línea del
ejemplo de quien se ducha, se viste y acto seguido se vuelve a duchar;
evidente lapsus llamativo y preocupante; de ocurrir puntualmente; perdonado.
Pero, si ocurre regularmente, pues no es
normal.
Como
la medicina no es matemática y no se trata de contabilizar los despistes y
consultar o no al especialista en base a ello, lo aconsejable es visitar a un
neurólogo y, éste, en la propia
visita, valorara la importancia del problema. “No se preocupe…
eso también me ocurre a mi”… solía comentar,
solía, pues, desde hace unos pocos años… ya no, ahora, además de ello, suelo añadir… antes me ponía de ejemplo para
tranquilizar a mis pacientes, ya no, continuo rindiendo bien, incluso mejor pues los años me han dado
esa dosis de experiencia importantísima
que no se aprende en los libros ni en los congresos sino en el día a día de la
práctica clínica, si bien, antes me acordaba a la perfección de la historia de
un paciente que había consultado meses atrás sin necesidad de recurrir a los
datos apuntados en su historial, ahora no, ahora, incluso la cara, su problemática, no diría borrada, sino obnubilada entre el conjunto de
pacientes, y no ya meses, apenas un par
de semanas atrás, o reviso su historial o debo deducir lo que no recuerdo y no
recuerdo pues mi memoria no solo ya no es la que era -algo absolutamente normal
por la edad- sino que ahora comienzo a
pensar que debería preocuparme y
someterme a la consulta de otro neurólogo. No sé bien, la edad no perdona,
pienso, en todo caso, ya no me pongo de ejemplo.
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