Hopper.
Qué gran exposición para mi mente deseosa de absorber universos
artísticos con los que sintoniza especialmente bien. El auricular del museo Thyssen te ayuda a adentrarte en la complejidad de un mundo sencillo sólo en apariencia; imágenes extraordinarias de situaciones ordinarias; la habitación de un hotel, una oficina, personajes solitarios, de paso, los grandes ventanales sin cortinas propios de las viviendas
norteamericanas, la luz del exterior entrando en el interior, el arte de
plasmar lo esencial minimizando en detalles; inquietud y serenidad, misterio
y claridad. Qué gran ejercicio de
percepción.
De todas las funciones mentales superiores, la percepción o capacidad para captar el mundo exterior a través de los sentidos quizá sea la más enigmática y sofisticada; función superior en mayúsculas tanto por su enorme potencial a la hora de desarrollarse como por las dificultades o el reto que esa amplitud de límites comporta. Sentir el mundo, reinventarlo. El mundo es mi representación, decía Schopenhauer mucho antes de que las neurociencias hubieran desvelado gran parte de los mecanismos implicados en la codificación cerebral de las señales recibidas del exterior. Y, efectivamente, así es el mundo que nos rodea; limitado por nuestros receptores sensoriales, único e infinito a la hora de procesarse en la corteza cerebral.
Entrenar los sentidos. Aprender a mirar. Tan sencillo en apariencia, tan difícil. Otro día nos sumergiremos en el milagro de como la retina capta punto por punto el campo visual que tiene enfrente, como lo convierte en actividad neural y lo envía al interior del cerebro. Descubriremos cómo las imágenes se van reconstruyendo a medida que llegan a determinadas áreas especializadas de la corteza cerebral. De la luz a la imagen. Primero disección; punto por punto. Luego reconstrucción. Por hoy, os dejo con un cuadro de la exposición que me impactó en especial. De cara al sol, sin mirar. La luz del exterior; clara, natural. El hermetismo interior; sereno, presente. El mundo a través de Hopper. Superior en mayúsculas.
Eduard Hopper
1882 - 1967