Un sueño para el recuerdo; entrañable, personal, personal como todos los sueños. Y es que los sueños hablan de uno
y para uno; eso lo aprendí la temporada que me apasioné con Jung. No obstante, paso a relatarlo como un tesoro
íntimo que me ilusiona compartir.
Una familia apretujada en el coche. El padre al volante. Detiene el coche para reorganizar las maletas y así poder viajar menos apretujados. Hasta aquí; normal. A partir de aquí, para enmarcar. Lo para en medio de un túnel. Por mi lado, no se puede abrir la puerta; una pared lo impide. Por el otro, aunque justos, si pueden salir. Se escucha la impaciencia de los coches de atrás. El padre inalterable. Tarda un rato en claudicar ante la evidencia y arranca como diciendo que costará encontrar un lugar más apropiado para parar. A pocos metros, un descampado, bar incluido. Perfecto, no tan perfecto, piensa, duda, al fin, para.
Una familia apretujada en el coche. El padre al volante. Detiene el coche para reorganizar las maletas y así poder viajar menos apretujados. Hasta aquí; normal. A partir de aquí, para enmarcar. Lo para en medio de un túnel. Por mi lado, no se puede abrir la puerta; una pared lo impide. Por el otro, aunque justos, si pueden salir. Se escucha la impaciencia de los coches de atrás. El padre inalterable. Tarda un rato en claudicar ante la evidencia y arranca como diciendo que costará encontrar un lugar más apropiado para parar. A pocos metros, un descampado, bar incluido. Perfecto, no tan perfecto, piensa, duda, al fin, para.
La segunda parte del sueño aún me emociona
más. Por mi parte, en esta escena, contemplo
más que actúo. La familia reorganiza las maletas, bolsas y más bolsas, pero, ante
mi sorpresa, todas quedan dentro del coche.
El maletero vacío, vacío menos un paquete de rollos de papel higiénico.
La madre lo saca. Qué hacer con él. Ni meterlo en el coche ni tirarlo, el padre
lo coge y se dirige hacia el bar - imagino que para que lo aproveche el local-. El
resto de la familia, permanece junto al coche. Los miro extrañada.
El maletero vacío. Intuyo que todos comprenden lo absurdo del
asunto, pero callan. Al final, lo comento.
Será por algo, responde una hermana. No hay más remedio que
decírselo, pienso, aunque no le guste, aunque sea por algo, no tiene sentido.
Mientras me dirijo decidida hacia el bar en su busca, me despierto.
Qué gran sueño, lo apunto, lo guardo en mi
corazón. Los sueños son así. Piezas que aparentemente no encajan, absurdas,
protagonistas que salen como frases que te están queriendo explicarte algo del momento que te está tocando vivir. Algo, ¿pero qué?, a veces lo intuyes, en todo
caso, los sueños siempre son egoistas, hablan de uno mismo, eso fue lo único que me quedó claro cuando descubrí a Jung en
mi época de residente estimulada por uno de los médicos adjuntos apasionado del pensamiento de Jung y su enfoque a la hora de interpretar los
sueños. Gran neurólogo y maestro. Besos desde aquí.
La interpretación de los sueños. El hombre y
sus símbolos, de Carl Jung (Suiza,
1875-1961) absolutamente recomendable, libro que ya recomendé en otra entrada de este blog a la que me remito titulada " el inconsciente colectivo" ( octubre 2012). Hoy me quedo con mi sueño, lo intuyo, lo escribo para no olvidarlo; dedicado a mis queridísimos hermanos; tan diferentes como unidos, todos incondicionales suyos. Besos desde aquí.
Foto: Discover Comillas
El angel de Llimona