Acaba de cumplir ochenta años,
aparenta unos setenta y pocos. Entra en
mi consulta acompañado de su mujer y se sienta tras darme cordialmente la mano,
leve sonrisa incluida. Perfecta manera
de darse la mano no sólo entre médico y
paciente sino en general.
Mirada inteligente, distendida, a la espera, me permite arrancar la historia: el motivo de consulta. Perfecta
manera de comenzar la visita médica. Lo que le ha impulsado a venir a
visitarse. Lo que más le preocupa entre sus preocupaciones.
Le preocupa su memoria. Me detalla fallos de
memoria que exceden a lo que observo. Una capacidad de expresión oral y
razonamiento envidiable. Su lenguaje no solo es fluido sino que enlaza frases
largas con un léxico exquisito. Sin embargo, refiere perder el hilo de la
conversación con cierta frecuencia, algo que no le ocurría y le ocurre desde
hace unos meses; se queda en blanco a mitad de conversación, si le interrumpen
mientras habla, no retorna a lo que estaba explicando.
Entre sus explicaciones deja espacios o
pausas naturales que me permiten preguntarle
detalles de sus supuestos problemas de memoria que me ayudarán a concluir mi
impresión diagnóstica. Perfecta manera
de realizar una historia clínica. El paciente habla, el médico escucha, va
apuntando datos sin apenas notarse o interferir en la conversación; distendida,
ordenada.
Paso a explorarle con preguntas específicas
de memoria y otras funciones superiores y confirmo que su rendimiento es
correcto, sin fallos que indiquen o apunten hacia un inicio de deterioro
cognitivo preocupante. No obstante, si pierde el hilo de la conversación con
frecuencia, lo aconsejable
es explorarle más a fondo con un test neuropsicológico centrado en los
distintos tipos de memoria y lenguaje entre otras funciones cognitivas. Así se
lo indico, y así quedamos. El test nos ayudará a descartar lo que ya puedo
descartar con mi visita y exploración, pero, sobretodo, confirmará sus
discretos fallos de memoria reciente o inmediata que pueden atribuirse a la propia
edad, pero de ser debidos al normal proceso de envejecimiento cerebral no deberían ir a más y se debería mantener más o menos estacionado, con un buen rendimiento en su día a día y en los
test de memoria que según los resultados y evolución sería aconsejable realizar
cada uno o dos años.
En fin, otro día seguiremos con el tema de la memoria
y lo que debe o no preocuparnos, hoy quería resaltar la importancia de comenzar
la historia clínica con el motivo de consulta. Sentido común y escucharse, exponer
con claridad lo que preocupa y detallarlo, analizarlo. Algo así como organizar
un sencillo referéndum con un motivo de consulta claro para saber dónde estamos y en función del
resultado programar las pruebas o pasos adecuados o vías de sentido común. Así
de sencillo, pero, por lo visto, lo sencillo y razonable no interesa ni a unos
ni a otros. Así estamos.
Van Gogh