Se
acercan las navidades, como cada año, sin
ánimo de aguar planes ni comidas,
deseando que pasen, campanadas incluidas. Poco espíritu navideño en mis redes
neuronales, ni de niña me inspiraba.
Mente
y espíritu. El tema merece un tratado de varios tomos, por mi parte, tan solo unas pinceladas
de lo que sé y siento, de lo que ignoro por completo y sin embargo
estoy convencida de saber. Curiosa contradicción cuando nos asomamos al abismo de lo que nunca sabremos. Qué la
vida se acaba es una evidencia aplastante; llegada a cierta edad, semana si y
semana también; amigos, familiares, conocidos que saludaste ayer, pero qué es
esto, no puede ser, pues es, qué se le va a hacer, evidencia tras evidencia,
un salto, la vuelta al revés; que la muerte existe:
pues yo que sé, más que un misterio, un vacío, un inmenso y desolador socavón
de adioses mientras nos llega el turno.
Mente
y espíritu. La ciencia no deja de asombrarnos. “Quiera el alma estar siempre sufriendo de este mal” escribe
Santa Teresa de Jesús sobre sus repentinos y placeteros ataques místicos: la
Virgen, ángeles o Dios entre sus pucheros… La Santa epiléptica, puesto que
dichas visiones - según los neurólogos
estudiosos del tema-muy probablemente eran provocadas por un foco irritativo en determinadas áreas
de su cerebro. Respecto al misterio de los misterios, un neurocirujano canadiense llamado Penfield, sin pretenderlo, aportó valiosas pruebas; implantando electrodos en la corteza o
superficie del cerebro de sus pacientes, en plena operación con anestesia local, descubrió que el cuerpo entero está representado en
nuestra corteza. Estimulaba un punto y se movía una mano, un pie… Pues bien,utilizando esta misma técnica se han publicado estudios con resultados sorprendentes; desde los ataques de risa provocados al
estimular determinadas áreas frontales, a la intensa sensación de trascendencia espiritual
experimentada al aplicar el estímulo eléctrico en una zona del lóbulo temporal. Impresionante. Para meditar. Dios en nuestra corteza. Creyentes o no; trascendencia
espiritual grabada en nuestras neuronas. Nada más y nada menos.
En fin,
se acercan las navidades, qué le vamos a hacer, buenas fiestas queridos lectores, menudo añito,
casi todo para olvidar, entre tanto desvarío local y universal, cuesta escoger algo pare recordar, por mi parte, me quedo con la sonrisa desviada de Obama ante
la cara de mosca perruna de su mujer, a por el
2014, suerte de corazón.