lunes, 6 de enero de 2014

Como una vela


Edad avanzada. El frecuente deterioro cognitivo degenerativo en estadio evolucionado. La noche anterior pasé a visitarla. A su lado, en el sofá, observándola; la mirada perdida, en paz, sin quejas ni relojes. Buen pulso, rítmico, la respiración correcta, bien hidratada, las manos y pies discretamente edematosas como único signo de fallo metabólico; el riñón, una analítica lo confirmaría; no es momento, el objetivo compartido es meridiano; como una vela, apagarse sin pinchazos ni molestias innecesarias. Una de sus hijas - tan querida amiga- dándole la cena; cariño, naturalidad envidiable; ni se atragantó, ni tosió, terminó  el puré,  el agua en cuchara.    

Llama otra de sus hijas, también amiga, también muy querida. Hay familias con las que conectas hasta sentirlas propias. En plenas vacaciones, sale de viaje cuatro días. "Tranquila, viaja tranquila que tu madre se encuentra más o menos estable; de un hilo, cualquier mínimo percance añadido será la puntilla, pero ahora duerme plácida, buena respiración, en su limbo" 

Al despertarme por la mañana, lo pensé. Tan típico.  Unos días, sólo unos días... pues justo en esos días la vela se apaga, se apaga como si ese marcharse, ese pronóstico de más tiempo, pues eso, de un soplo, se apaga, suena el teléfono.

Cuando se acerca el final, el final es hoy,  mañana, días, semanas. Estable, la noche anterior. Tan frecuente, analíticas normales, en las últimas. Lo esencial es que se ha ido sin agonías, en paz, la noche anterior, paso a paso, aún capaz, con ayuda hasta su cama. La vela al fin se  apaga, se va toda una vida, esfuerzos y cuidados, meses de más que pasan a ser  aire, tiempo de despedida. La blusa de seda blanca impecable, la piel hidratada,  hasta siempre, querida Ch, que tus sueños no se apaguen.  




Foto entada F. E. Apriles