Pues,
la verdad, ni idea. Muy de tanto en
tanto ocurre, tan de tanto en tanto que no recuerdo haberme encontrado tan
desorientada ante una primera visita.
Cada caso clínico es único. Se podría publicar. No existen dos pacientes
iguales. Pero, por lo general, tras la historia clínica y la exploración se
orienta el caso. En ocasiones, se descarta causa neurológica y se aconseja otra
especialidad; traumatólogos, reumatólogos, vasculares, cardiólogos,
otorrinos… Otras, se localiza donde está el problema a nivel
neurológico; motor, sensorial, cognitivo…;
una lesión del cerebro o de la médula o bien del sistema nervioso
periférico. Posteriormente, se solicitan
las pruebas necesarias para el diagnóstico etiológico; infeccioso, tumoral,
degenerativo… Aunque sea por exclusión, en la mayoría de los casos, navegamos
firmes, sin titubeos; la evolución, con frecuencia, confirma nuestras sospechas
diagnósticas. Pero, ni idea, ni idea, tan ni idea, ni idea; no lo recuerdo.
Viéndola
caminar por el pasillo hacia mi despacho, ya supe que su caso no sería sencillo
de diagnosticar. Andaba como sin
atreverse a apoyar los pies, agarrada a
su padre. Cada paso, un parto. La historia clínica, siempre esencial; imposible
de detallarla con la precisión debida. Llevaba así unas semanas, si bien, no me
quedó claro si anteriormente caminaba sin problema alguno. Más bien, no. Sí,
pero, no, no pero si… en todo caso, mucho mejor y era la primera consulta médica
que realizaba; apunté en la historia clínica. No era dolor. ¿Seguro? Insistí
varias veces, pues trasmitía cierta expresión de dolor mientras no respondía a
mis preguntas con la coherencia necesaria y sobre todo viéndola caminar. Son
los pies, pero también el resto del cuerpo, no sé lo que me ocurre. A sus 28
años, una mujer algo caótica pero inteligente. Como paciente, no tiene porque
saber lo que le ocurre, sólo concentrarse para detallar su historia clínica lo
mejor posible. Pasé a explorarla mucho
antes de concluir la anamnesis. Algo que suelo hacer cuando no me aclaro con
los datos de la historia.
Nada.
Ni déficit motor, ni sensitivo, los reflejos normales. La palpación muscular y de los pies; completamente
normal. Ni dolor ni otros signos que orientaran el caso. Solo la marcha;
imposible caminar sin ayuda. Y tampoco se trataba de un problema de equilibrio.
Aunque no era dolor; parecía dolor.
Menudo caso más difícil de orientar.
Tras
un nuevo intento sin éxito de concretar la historia clínica; ni idea, la verdad, pero no se preocupe porque las pruebas complementarias descartarán las posibles
causas neurológicas de su problema. El electromiograma es diagnóstico de
cualquier lesión o enfermedad
neuromuscular. Y cuando se tiene un
problema en la extremidades los especialistas a consultar además del neurólogo
son los cirujanos vasculares, traumatólogos y reumatólogos. Cada uno descartará
lo correspondiente a su especialidad y la evolución nos ayudará al diagnóstico.
De momento, la exploración neurológica es tranquilizadora, ánimo y seguimos en
contacto, mientras la acompañaba a la salida y me pareció que caminaba bastante
mejor. ¿Psicosomático? es decir, ¿un problema de orden psicológico que se
manifiesta caminando como si no pudiera apoyar los pies? Ya veremos.