Entre mis brazos,
mi nuevo sobrino. La planta medio vacía -de las ayudas a la natalidad hemos
pasado a emitir dinero, o deuda o rescate o como se llame, sólo para los bancos- tu
a lo tuyo, adelante, mi valiente,
nacerán gorriones, rosales, cervatillos, elefantes, el milagro de la vida.
Si tuviera
que elegir un libro de divulgación relacionado con el campo de las neurociencias, de entre
los muchos que he leído, sin duda, ADN, el
secreto de la vida, sería el escogido. Y es que Watson describe con
maestría y autoridad de premio
nobel el complicado mundo de la genética hasta convertirlo en una apasionante aventura.
Y eso es la
vida, querido sobrino; entre el azar y el orden, el esfuerzo y
la suerte: una apasionante aventura.
Sin despertarte, embelesada ante la magia de ese aura celestial exclusiva del recién nacido, me gustaría susurrarte que lo que serás o no serás lo llevas y no lo llevas escrito en tu
interior. Ni blanco, ni negro, así suelen ser las cosas, ya tendrás tiempo para descubrirlo.
Al igual que
el resto de seres vivos, en el núcleo de las células de tu organismo se encuentra el material genético heredado de tus padres, una especie de mosaico aleatorio de tus cuatro
abuelos: el libro de instrucciones que todos
llevamos dentro; cada cual el suyo. Ha sido necesario el esfuerzo de
multitud de investigadores para que hoy conozcamos tantos y tantos secretos del campo de la genética, los cuales, ya se puede afirmar, están revolucionando el mundo,
visión y pensamiento, ciencia y medicina; abriendo puertas, saltando barreras,
diagnosticando enfermedades, aumentado las posibilidades de vencerlas.
Por hoy,
querido sobrino, sólo una cosa más, una pequeña confesión personal relacionada con lo que te comentaba sobre lo que llevas y no llevas dentro: como
neuróloga clínica dedicada fundamentalmente a la labor asistencial, el campo de la genética me resulta un tanto árido y
complejo, sin embargo, el día que
realmente entendí como los genes controlan el funcionamiento de nuestro
organismo a través de la producción de proteínas - un gen: una proteína- me
sentí motor, código genético, fábrica de proteínas, pero,
al mismo tiempo me intuí - como nunca antes me había intuido- al volante de mi destino hasta donde los estímulos, el entorno, la motivación, la osadía y el esfuerzo alcancen a llevarme; a llevarte, querido sobrino, otro día trataré de explicártelo con más detenimiento que hoy prefiero el privilegio de contemplarte.
Foto entrada en F. Alicia Nuñez
Foto entrada en F. Alicia Nuñez