De sorpresa en sorpresa, la última me ha
recordado a una película de hace un montón de años. Lunas de papel. Ryan O’Neal
y su hija -una niña rubia con aspecto angelical- llamando a la puerta de las
casas de personas recién fallecidas previamente seleccionadas por la
correspondiente revisión de esquelas. La biblia; creo recordar era el libro
encargado por el difunto antes de morir y que ahora sus familiares debían
abonar. Realmente, entre la vida y la muerte queda un vacio tremendo, demasiada
distancia, vértigo y desconcierto, además de oportunistas y ladrones más o
menos rubios.
Durante la enfermedad se sufre, se muere por
dentro y por fuera, sanos y enfermos, pero mientras el corazón late, su mera
presencia te ayuda a vivir, reír, desconectar, incluso dormir. Luego llega el
vacío, la vida pasa a ser otra cosa. Y nuestro cerebro se
muestra desconcertado. Supongo que es un cúmulo de vivencias y sensaciones que
se resumen con la palabra llamada duelo.
Adaptación al
medio. En eso estamos. Y hablando de duelos, se me ocurre hablar de esta
maldita crisis. O no, mejor otro tema, la primavera, el buen tiempo, el viaje a
la Provenza en Jaguar programado para dentro de un par de semanas, cuatro en
la carretera, lo siento, pero hoy no logro encontrar el tema docente habitual
en cada una de mis entradas. La palabra duelo no me inspira más que
vacio, un nudo a desenredar... ya lo tengo, - el tema, no la solución a lo que solo soluciona el tiempo- una joya del
pensamiento: George Steiner y su libro errata que se adentra -entre otros campos- en su gran pasión por la literatura y la
música con la maestría de esas personas únicas e imprescindibles. En relación al enigma de si se originó primero la palabra o la música, aporta una reflexión para enmarcar; la música está constituida por una inhumanidad
elemental en el sentido de que es ajena a la verdad y falsedad.
Mientras que la música no miente, no puede mentir, la falsedad de la vida es
una función irrecusable del lenguaje. Así pues, además de leer a Steiner, más
música y menos palabras, amigos, en especial para los que nos encontramos en
plenos trances o duelos, o como la música se nos ofrezca a acompañarnos, buen
fin de semana.
Foto entrada F. por A. Nuñez
Photo Katarina