Menudo patinazo, señora alcaldesa. Es curioso… el asunto en cuestión sucedió hace tan sólo un par de semanas y no solo ha perdido actualidad, sino que para unos habrá caído en el olvido y para otros ni siquiera fue noticia al no enterarse. Entre tanto despropósito; a otra cosa, periodista. Y así los políticos sobreviven sin prácticamente despeinarse a pifias y meteduras de pata para enmarcar.
Recurrir al voluntariado en tiempos de crisis, por ejemplo. En principio, bien planteado, pudiera ser de indiscutible utilidad para muchos proyectos comunitarios inhabilitados por no disponer de recursos una vez dilapidadas las cuentas públicas entre obras y mangoneos de todo tipo. Bibliotecas, centros cívicos, polideportivos... Voluntarios del mundo venir a trabajar gratis para la recién estrenada alcaldesa de una capital estupenda para visitar. La réplica en la red fue inmediata. Trabaje usted de alcaldesa voluntaria, señora. Realmente, a quien se le ocurre lanzar una idea con tan poca gracia y empatía.
Pensar antes de hablar. Reflexionar. Razonar. La capacidad de razonar del paciente sospechoso de demencia se explora con unos protocolos de preguntas tan simples que, en muchas ocasiones, los neurólogos las obviamos para evitar ofender a la persona en estudio. Una pera y una manzana son fruta. ¿Qué son el perro y el gato? entre otras preguntas más o menos en la misma línea de dificultad. En muchas ocasiones, recurrimos a la anamnesis y una conversación informal con el paciente para puntuarlas como correctamente contestadas sin haberlas mencionado explícitamente. No pretendo poner en entredicho los cuestionarios referidos, sino que los comento para resaltar que la capacidad de razonar considerada como no patológica está al alcance de la mayoría de mortales; pacientes con demencia de grado leve o moderado, incluidos. Alguien que pretende liderar un proyecto de voluntariado y lo plantea de una manera tan poco afortunada; una de dos; o tiene una demencia avanzada o tiene un problema a otra escala. Pensar es hablar con uno mismo y pensar, en general, se piensa menos de lo aconsejable, pero, si el lenguaje está conservado, la capacidad de pensar no tiene porqué estar alterada a no ser que uno presente determinada patologías psiquiátricas que alteran el contenido del pensamiento.
Resumiendo, el patinazo comentado no es debido a fallos en el funcionamiento mental. Un problema de tallaje, se me ocurre. Cargos o responsabilidades XXL en personas S. Normal, todo muy normal, diagnosticaría un neurólogo en su consulta sin necesidad de exploraciones complementarias. Por cierto, tampoco por la ciudad de los mecenas de Gaudí andan las cosas para presumir. Suena el silencio como gran canción.