Andar es muy beneficioso… si se puede. Y es que son infinidad los problemas que perjudican o impiden el caminar. De reumatólogo o traumatólogo, cirujano vascular y neurólogo, estas especialidades son las que se debe consultar cuando uno nota fallos en las extremidades inferiores; ya sean dolores, debilidades, hormigueos etc. Por mi parte, tengo la costumbre de acudir en busca del paciente a la sala de espera. Le observo levantarse, caminar hasta el despacho; una información inestimable para el neurólogo. Raro es el caso que no diagnostico antes de que el paciente tome asiento.
Vas cogiendo experiencia. Los años en medicina suman y solo restan en relación a determinados protocolos que requieren buena letra y meticulosidad de hormiga en edad de cumplir órdenes. Pero, por lo demás, la práctica clínica te enseña a conducir con destreza, paciente a paciente, aprendes que cada caso clínico es único y al mismo tiempo lo más frecuente es lo más frecuente: dos premisas esenciales para evitar excesos en pruebas molestas y sustos por comentarios desenfadados sobre horribles enfermedades que luego resultan no son el caso. Prudencia y al mismo tiempo sinceridad, evitar alarmismos innecesarios, aconsejar sobre la conducta a seguir, en ocasiones, el control de la evolución será la clave. En resumen, los protocolos ayudan, pero, el manejo de cada paciente es individual y se aprende a base de práctica. Aciertos y algún error que no olvidas. Pero, sigamos con la marcha.
Si el paciente se levanta del asiento sin problemas; mucho ganado, muchas patologías descartadas. Arranca bien la marcha; buena señal. Si se aprecia cierta inestabilidad y una separación de las piernas mayor de lo habitual… si arrastra los pies… si cojea… si no bracea al caminar, si inclina en exceso el tronco… el momento en que atraviesa el marco de la puerta del despacho es especialmente relevante; si precisa agarrarse, si se queda bloqueado… cuando el paciente se sienta frente a la mesa del despacho, su expresión facial te aporta mucha información. Y comienza la anamnesis; una conversación que hay que procurar sea fluida evitando dirigirla en exceso. Permitir que el paciente se explique, procurar interrumpirle lo menos posible, si bien, conocer de entrada el principal motivo de consulta te ayuda a intercalar las preguntas adecuadas para llegar a un correcto diagnóstico. En esos momentos, el mundo, tu mundo, desaparece; es el paciente y sus problemas los que invaden tu atención. Por mi parte, hace tiempo que decidí quitarme el reloj y así evitar el acto casi reflejo de mirarlo de reojo. A mi manera, controlo el tiempo, aunque a veces el retraso es inevitable. La consulta llena; un alivio en esta temporada de comercios vacios. A ver si comienza a caminar de una puñetera vez esta economía aunque sea arrastrando los pies. (FOTO: Mikko Lagerstedt; fotografo finlandés)