Las
correcciones, de Jonathan Franzen, ha sido otro
de mis descubrimientos de este verano. Entre cafés por el pueblo, saludos,
amigos, la playa, baños y más sol del acostumbrado; no me han faltado mis ratos
de lectura tumbada en el sofá del salón abuhardillado de la casa familiar con vistas al cielo y al verde del norte.
Expuesto sobre las mesas de una de mis librerias preferidas, en cuanto lo vi sin buscarlo, ojeé la contraportada e inmediatamente lo seleccioné. Meses atrás, había leído Libertad del mismo autor y me había parecido un novelón de referencia. Escrito unos cuantos años antes, las correcciones apuntaba en la misma dirección: la familia o ese gran caldo de cultivo universal. Angustias y contradicciones enmarcadas en distintas épocas y lugares. En este caso, norteamérica a finales del siglo XX y centrado en un tema de especial interés para mí: la enfermedad de Párkinson con los consecuentes problemas en la actividad cotidiana que acarrea. Una enfermedad que el cabeza de familia de esta esplendida novela sobrelleva a su manera, mientras su mujer pretende que se adapte a la suya; qué espabile, qué se esfuerce para que nada cambie; sus cruceros, su casa, sus hijos y sus respectivas vidas; conseguir reunirlos para celebrar las navidades todos juntos no le va a resultar tarea sencilla.
Ese
equilibrio o falta de equilibrio entre una pareja cuando uno de los dos
enferma. Real como la vida misma. Tantas combinaciones y matices como parejas. Qué dificil. A veces, casi imposible: uno
minimizando, otro maximizando.
“Todo el día sentado viendo la televisión, doctora, dígale
que camine, que se levante". "Claro, claro, cuanto más ejercicio físico y mental
realice el paciente mejor, aunque, ojo, pues caminando así; dos pasos y se
caerá, ósea que necesita ayuda por mucho que no le guste pedir ayuda".
En fin,
en lineas generales, se trata de encontrar el equilibrio apropiado; la ayuda necesaria sin sentirse un
inválido, mantenerse en la medida de lo posible dueño de si mismo, de sus decisiones y actividades, su
ritmo, su vida; una vida que cada uno debe tratar de sobrellevar a su manera
una vez ha recibido las pertinentes recomendaciones médicas. Difícil reto. Y los
hijos en medio... más o menos cercanos, menos o más interesados... “Esta casa es demasiado
grande para vosotros dos solos,
deberíais trasladaros a un piso más pequeño, más adaptado a vuestras necesidades,
vuestros ahorros...
Terminé las
vacaciones. No terminé el libro. Lo terminaré en breve. ¿ Pasarán los Lambert las navidades juntos? Apuesto a que sí, pues, a pesar de los pesares, -tejado, suelo, paredes- la familia es la familia. Lo que sucederá, es otro cantar. A ver como nos sorprende Franzen.