“El
estado de las autonomías ya no funciona. Hay que encontrar una solución entre
todos y con la cabeza fría” Por fin leo
una frase que me parece acertada. Señor presidente de la CEOE, chapeaux. Cuanta
falta hace voces como ésta, cerebros responsables, valientes, capaces de
solucionar problemas, conflictos. Porque, me pregunto; ¿qué es ser político? pues
justamente eso. Y, nos guste o no, señor
R., aquí hay un conflicto, llámelo reequilibrar balanzas, pacto fiscal, o reinventar un país arruinado, reorganizarlo. Y nos
guste o no, señor M., usted sabe perfectamente el follón monumental y el empobrecimiento
que sufriríamos como nuevo Estado, -al menos durante unos cuantos añitos- si se llega
a ultimar una separación que hasta hace dos días no más de la mitad de la
comunidad en cuestión deseaba. Ambos lo saben, lo saben bien, con sus cabezas
frías, bien frías, pero, por
desgracia, a la suya; ese es el gran problema; a la suya y sin un euro;
ese es el gran drama. Tocando este asunto tan espinoso como obligado, me viene a la memoria unas conclusiones leidas en el excelente libro divulgativo sobre el cerebro femenino ya referido en este blog
hace unos meses. Buen momento para
revisarlas.
Y es
que resulta interesante comparar ambos cerebros en lo que respecta al modo de
reaccionar ante el estrés y el conflicto. La amígdala o eje central del miedo
que dispara la agresividad dispone de más procesadores en el hombre. Frente al
típico comportamiento predominantemente masculino de pasar de cero a dar puñetazos
en unos segundos, muchas mujeres intentarán lo que sea con tal de evitar un
conflicto. Parece ser que el estrés psicológico del conflicto se registra más
profundamente en el cerebro femenino. Así pues, por un lado, la mujer dispone
de un cerebro más dotado para desactivar conflictos, pero, al mismo tiempo, esa
mayor hipersensibilidad al estrés puede
resultar contraproducente a la hora de enfrentarse a ellos. Ni evitarlos, ni
provocarlos; resolverlos, señores políticos, o políticas, que, por lo visto, un
cerebro mixto sería el ideal para conducir países y proyectos. Tiempo al
tiempo. Qué la historia es joven y nuestra democracia un bebé en sus primeros pasos, por cierto, más torpe de lo esperable, no nos engañemos.
Foto Jarrett Gorin