Atónita, escucho al fiscal. “El acto de estampar un avión con 150 pasajeros contra la montaña de los
Alpes fue plenamente deliberado”. Paso a paso, reproduce lo sucedido. Cajas negras reveladoras. Expertos investigadores. No pretendo más que escuchar, simplemente,
mientras escucho, escucho un error médico de mucha importancia. Error
que paso a detallar para el interés general. Al fiscal, imagino que el equipo
médico integrado en la investigación del caso ya se lo habrá aclarado, supongo; tan de bulto.
Respira. Y, como respira, está consciente: correcto.
Respira. Y, como respira, está plenamente consciente: incorrecto. Habitualmente,
sí, pero, no siempre, no como regla, de hecho, existen diversos cuadros
clínicos neurológicos que cursan con este paradójico estado de conciencia
“estar, pero no estar“ una especie de piloto automático actúa en vez de la
conciencia en si misma.
Epilepsia. Además de la típicas convulsiones con perdida de conocimiento, esta entidad patológica se manifiesta de múltiples maneras, entre otras, unas muy sutiles como los episodios de ausencia en que el paciente de repente se queda con la mirada fija, perdida, o las crisis parciales complejas donde, respirar, se respira, si bien, la persona se desconecta del medio, su consciencia deja de ser para pasar a
ser diferente; un alteración del estado
mental transitorio que se manifiesta de una u otra forma dependiendo de donde
se localice el foco irritativo cerebral.
Sin poder descartar la epilepsia en una de estas formas referidas, existe un síndrome clínico que se aproxima más a lo que pudo haber sucedido “En la cabina la conversación es distendida,
preparan el plan de aterrizaje, de
repente, las contestaciones del copiloto se vuelven extrañas, lacónicas,
escuetas, raras, explica el fiscal sin encontrar la palabra exacta para
expresar la voz registrada en la caja negra” Se interpreta en dicho cambio de
conducta una especie de premeditación del suicidio inminente. Error. Otro error de peso. De hecho, en ese cambio de respuestas; escuetas, raras… se encuentra la
clave para poder interpretar correctamente el cuadro mental probablemente sufrido
en ese momento por el copiloto.
Amnesia global transitoria. De modo también brusco se entra en un estado mental de
confusión o desorientación; no se retiene la información, no se fija en la memoria
nada nuevo, se repite, la conducta se vuelve extraña. A pesar de ello,
característicamente se continua la actividad que en ese momento se estaba realizado
como si nada estuviera pasando. Si uno se encuentra conduciendo, sigue
conduciendo; si uno se encuentra desayunando, sigue desayunando; si uno se encuentra
pilotando un avión, sigue pilotando el avión. Todo se realiza de modo
automático, más o menos correcto, extraño, tan extraño que los acompañantes del
momento suelen llevar al paciente a urgencias. Por lo general, al cabo de unas
horas, se acabó el problema. Se vuelve a la normalidad, aunque no se recuerda ni se recordará nada o casi nada de lo sucedido.
Amnesia global transitoria. Tres son las posibles causas. Un ataque isquémico cerebral. Una crisis epiléptica
más prolongada de lo habitual. O un
cuadro funcional debido a un acumulo de ansiedad. Y resulta que el joven
copiloto estaba en tratamiento antidepresivo. De baja ocultada a la compañía.
Pudo ser un suicidio, suicidarse y de paso matar a 150 personas, cuesta mucho creerlo, por desgracia, pudo ser, no cuadra, aunque no se puede descartar, lo acepto, pudo ser, pero, desde mi punto de vista,
no solo existe la duda razonable de que al joven copiloto le ocurriera un ataque
de ansiedad manifestado con este cuadro clínico de amnesia global, sino que me parece lo más probable. Asimismo, cuadros psiquiátricos como un brote psicótico donde la realidad pasa a ser alucinación mental, la montaña, luz... deben ser considerados por especialistas en dicho campo. No pudo existir premeditación. El comandante no tenía porque haber salido de la cabina en un viaje de apenas dos horas de duración. Responsables: las normas de aviación por permitir un solo piloto en la
cabina; la compañía aérea por permitir volar a un joven en plena depresión. Las normas, la compañía. Y el destino; maldito destino que te hace conducir mediante
una especie de piloto automático tu destino y el de 150 pasajeros en el peor de
los momentos. Y, por último, resaltar la
relativa frecuencia de estos cuadros clínicos. Y resaltar que a todos nos puede pasar. A todos. Por una de
las tres causas referidas. Ni siquiera hace falta tener excesiva ansiedad. De repente, un ataque en el peor de los
momentos. Pues eso, lo más probable señor fiscal, señores periodistas. Consciente, pero
no consciente ni responsable de sus actos. Qué tragedia más tremenda. Tremenda tragedia pero no intencionada, sino completamente involuntaria, al menos, más que una duda razonable. Un abrazo a las familias implicadas incluida a la del copiloto.
Foto entrada en F.