El tema
no me interesa especialmente. Quizás sea porque el asunto me resulta espinoso por propenso a malinterpretaciones. Así que comenzaré bien claro y bien
alto. ¡Viva las mujeres! Viva las
mujeres que lucharon por llegar a donde estamos. “La salida del fregadero”
expresión ( mia?) que utilizo en mi nuevo libro,
la
pierna olvidada, ha costado demasiados esfuerzos individuales y
colectivos como para ahora ponernos a dar lecciones sobre la
obviedad de las diferencias cerebrales
entre géneros. Qué la ciencia hable.
Y la
ciencia camina en este campo con paso lento pero firme. En su excelente libro divulgativo,
el cerebro femenino, la neurocientífica norteamericana L. Brizendine nos pone al día de los avances al respecto. Variaciones
tan sutiles como relevantes. Más del 99% de los genes de los
hombres y mujeres son idénticos. En ese 1% y en la influencia hormonal sobre el
cerebro radican las diferencias: desde los centros nerviosos que registran placer y sufrimiento, hasta las neuronas que trasmiten
percepción, pensamientos, sentimientos y emociones.
Hasta la octava
semana de vida embrionaria, el cerebro
es unisex. La llegada de
la testosterona lo convierte en masculino. Sin la irrupción de esta hormona, el
cerebro femenino continúa su camino. Entre las diferencias destacables, los
centros del cerebro para el lenguaje tienen un 11% más neuronas acumuladas en la mujer que
el hombre. El eje principal de la emoción y memoria, el hipocampo, es también
mayor en el cerebro femenino. Ello explica que la mujer, por lo general,
exprese mejor las emociones y recuerde más detalles de los sucesos bañados de
contenido emocional. En
cambio, la amígdala o eje central del miedo que dispara la agresividad dispone
de más procesadores en el hombre.
En fin, leyendo este libro, se desvelan
diferencias que un padre de familia reconoce en sus hijos, leyendo este libro
descubres que simplemente los hombre y las mujeres somos distintos, ni mejores
ni peores,
cerebros únicos e universales -ese tema
si me interesa- únicos y al mismo tiempo capaces de adquirir cualquier idioma al que se vea expuesto durante los primeros años de vida; universales. Cerebros
que encerrados en el fregadero ni se estimulan ni desarrollan de ahí
el mérito y agradecimiento eterno a las capitanas de tantas generaciones, sin olvidar a las que siguen luchando en gran parte de nuestro endiablado planeta.
A ver quien se reconoce; Una mente sagaz, dotada de un extraordinario
sentido común y una intuición incomparable… ¿Hombre o mujer?