La última entrada del año pensaba dedicarla a
las navidades. Ni de niña me gustaban.
Mis intenciones para estas fechas eran contundentes: apagar la televisión en cuanto apareciera la imagen encartonada del rey ante su protocolario discurso del rey; aprovechar para ir al baño al ver salir en pantalla presidente por aquí, presidente por allá... ahorrarme belenes y canciones de viejas glorias enchufadas. Incluso tenía planeando escusas tipo cefalea, vómitos o diarrea para eludir alguno de los eventos familiares.
Simplemente, sin ánimos, cansada. Y, de repente, tras dos noches sin dormir espiando su respiración, tras dos noches esperando
lo inevitable, se apagó la luz que a su manera tanto había luchado por mantener encendida.
Exitus;
así se cierra la historia clínica de un paciente al fallecer. Del latín, exitus
letalis. Salida hacia la muerte. Qué algo se va, se nota, se siente en el mismísimo instante de apagarse esa vida
previamente sana o enferma, en coma o agonizando, sufriendo o durmiendo, aún presente.
El caso es que, en esta
ocasión - ya fuera por la cercanía, la
intensidad del momento, la necesidad de él - esta
salida no la he sentido tan evidente. Ahí seguía, sin irse, descansaba, como
envuelto, velado, tan presente horas después de su certificada salida.
Salida
hacia la muerte. De acuerdo. Pero, me pregunto. Si la muerte es la nada,
sentirla como una salida, sentirla como tal, no me parece sea la manera lógica
de sentirla, puesto que si se siente que algo se va, se va hacia algún sitio y
la nada no me parece un sitio en sí mismo. ¿O sí? Quizá sí, sostendrán los pensadores de un tema
que los médicos ni estudiamos ni solemos detenernos a analizar. Terminada la
vida, termina nuestra labor, pasamos a otras vidas, otros enfermos, otros
diagnósticos y tratamientos.
En
fin, el cansancio acumulado durante estos últimos meses se ha convertido en una
especie de sueño colgante, un peso más que
un vacío, una cierta serenidad envuelta
en el abrigo de los que quedamos, una extraña mezcla entre soledad y compañía,
apoyos, llamadas y mensajes que devuelves agradecida, fundida en esa salida. Feliz año nuevo a todos.
Foto:Hrair Sarkissian
Entrada F. Rafael Alomar