viernes, 24 de enero de 2014

Noches de hospital


Menuda pregunta. ¿Tuviste miedo a la muerte en los días del cáncer? Su sello en la respuesta. Siempre interesante. ¿A qué llamas miedo?  Al miedo. Es que hay muchos miedos... Es una mezcla de muchas cosas... Yo no sabía cómo iba a salir. Mi mayor temor era a la noche. Las noches en un hospital son terribles. Pasas las noches mirando a la ventana hasta que llega la mañana. Creía que ver amanecer me impedía morir... Es muy raro todo…

En su casa de Lisboa  - sobre una de las colinas de esta hermosa y nostálgica ciudad; trepar, desde abajo, como en sus libros-  a propósito de su nueva novela “Sobre los ríos que van” el periodista discreto, obvio en exceso, no importa, él plasma su personalidad e inteligencia en cada respuesta.  “Quizá un libro no sea más que una  eficaz, sola y larga palabra” si hay un escritor al que realmente admire ese es  Lobo Antunes.

A propósito de noches en los hospitales. Una habitación. Dos amigas. Incapaz de dormir, la ingresada le pide a la acompañante un cambio de cama. Por qué no, accediendo al cambio. Ayudar a su amiga; para eso está allí. Buena anécdota; real, única, como mis amigas. Imagino la cara de la enfermera  a punto de pinchar el brazo suplantado. Pero,  al margen de anecdotas, toda la razón, las noches en los hospitales son terribles; esperando el amanecer, interminables. Conscientes  de ello, los médicos procuramos dar de alta al paciente en cuanto podemos; en ocasiones,  demasiado pronto para quién  no dispone de recursos a domicilio, pero la recuperación en un hospital es casi misión  imposible; sin dormir, mínimo ejercicio, habitualmente se suele salir más debilitado que al ingreso; realidad que procuramos evitar dando el alta lo antes posible…

Antonio Lobo Antunes. Deseando leer su nueva novela. Siempre me  adentro en ellas con especial ilusión, sin embargo, no suelo terminarlas, lo confieso. Sus relatos me entusiasman. “A la gente le gustan mis relatos porque son como piscinas para niños. Es imposible ahogarse. Los libros, en cambio, están hechos para que se ahoguen" Pues eso, quizá por eso nunca  termino sus libros, en todo caso, el tiempo entre sus líneas, sumergida, disfruto, fuerza e intensidad, ensueño admirablemente escrito. Buen fin de semana. 

                                  




 


 

domingo, 19 de enero de 2014

La gran belleza


La gran belleza es una película extraña. Decadente y moderna,  superficial y profunda, cómica y trágica, ágil y lenta…  cualquier momento es bueno para   ir un segundo al lavabo y, sin embargo, no encuentras ese momento; como si  te pudieras perder ese algo esencial que esperas suceda y no acaba de suceder.

De sus imágenes me quedo con la esplendida  terraza con vistas al Coliseum de Roma donde el protagonista organiza sofisticadas cenas y fiestas; bailes como trenes hacia ninguna parte, nos cuenta ese hombre trajeado, algo pedante y  cursilón que acaba de cruzar los 65 años;  años  para no  perder el tiempo en lo que no te apetece hacer…  entre la nostalgia y bastantes toques agrios, demasiado decadente para según que estados de ánimo; en todo caso, habla de la vida -aunque a simple vista parezca Marte- y eso no tiene desperdicio.

Un tren hacia ninguna parte. ¿La vida? pues no sé... hacia alguna parte irá... la vida, un tren; a veces vacío, otras abarrotado; compartirlo, bailar; no aleccionar sino escuchar; banalidades que esconden desencantos, ilusiones ya imposibles o tal vez aún posibles, en todo caso, la vida, un tren: un tren decadente  y moderno,  sofisticado y banal, superficial y profundo; la gran belleza.  Si la medicina te enseña algo es a escuchar, no aleccionar sino aconsejar, tratar de encontrar la alternativa terapéutica adecuada; bailar y luchar, casi nadie se rinde, día tras día en la consulta observas que la mayoría de personas llevan una especie de héroe dentro de ellas mismas, un pequeño gran motor de supervivencia  sobre el cual en la película apenas  asoman trazos -  intencionado, supongo-;  la gran belleza; ni grande ni bella,  no me atrevo a recomendarla, aunque  me ha interesado.  Sin haber ojeado las críticas,  a ver que opinan los expertos.  
 
 









 


 

martes, 14 de enero de 2014

La montaña mágica


La caminata por Montserrat de este fin de semana  terminó con premio; agujetas en ambos  gemelos hasta el extremo de andar en plan pato, incapaz de bajas escaleras. Agujetas o dolor muscular postesfuerzo de aparición tardia, en este caso unas veinticuatro horas después.  No deja de ser curioso que Montserrat y su espíritu celestial sean  la fuente de inspiración de mi primera entrada  relacionada con  el músculo; competencia de traumatólogos y reumatólogos, también del neurólogo como especialista del sistema neuromuscular además del cerebro. El músculo y sus diversas  patologías. Previamente, comencemos la excursión como se merece.

Espectacular. De un día soleado en Barcelona a una  espesa niebla en el parking junto a la Basílica.  Marcha atrás; la playa, pasear por la orilla… por lo visto, mentalidad mayoritariamente femenina puesto que los varones del grupo no claudicaron tan facilmente. "Preguntemos. La montaña actua de muro; arriba, o al otro lado,  puede estar despejado."   

Y acertaron de pleno. Espectacular. La niebla a media altura, un cuadro;  el cielo azul intenso, las  picos completamente despejados, senderos verdes a escoger; la montaña mágica a solo veinte minutos de Barcelona; lastima de basílica rancia, sin  gracia alguna, pero, por lo que respecta a la naturaleza, repito, mágica, mitad niebla, mitad sol; espectacular. Deliciosa la bajada por un camino de vegetación frondosa hasta llegar a un tramo de escalera tras escalera,  demasiadas escaleras para  gemelos desentrenados.

En mi mente, como factor etiologico de las agujetas, perduraba la teoría del acúmulo de acido láctico resultante del exceso de actividad metabólica de las células musculares. Repaso rápido el tema. Pues resulta que no. Resulta que esta  etiología ha quedado practicamente descartada y ahora se postula otra posible causa mucho más preocupante para caminantes desentrenados;  parece ser que las agujetas son debidas a roturas de microfibras musculares. Menos mal que, el músculo, como otros organos de nuestro querido y no siempre bien tratado cuerpo humano, se recupera; en unos días... a correr, eso sí, con cabeza,  entrenamiento, calentamiento… magnifica excursión; absolutamente recomendable; nuestra montaña mágica; entre niebla y entre semana; más mágica.   
 
 
Foto: Isabel Güell

                     
                                         
 
 
 

 

 

 

lunes, 6 de enero de 2014

Como una vela


Edad avanzada. El frecuente deterioro cognitivo degenerativo en estadio evolucionado. La noche anterior pasé a visitarla. A su lado, en el sofá, observándola; la mirada perdida, en paz, sin quejas ni relojes. Buen pulso, rítmico, la respiración correcta, bien hidratada, las manos y pies discretamente edematosas como único signo de fallo metabólico; el riñón, una analítica lo confirmaría; no es momento, el objetivo compartido es meridiano; como una vela, apagarse sin pinchazos ni molestias innecesarias. Una de sus hijas - tan querida amiga- dándole la cena; cariño, naturalidad envidiable; ni se atragantó, ni tosió, terminó  el puré,  el agua en cuchara.    

Llama otra de sus hijas, también amiga, también muy querida. Hay familias con las que conectas hasta sentirlas propias. En plenas vacaciones, sale de viaje cuatro días. "Tranquila, viaja tranquila que tu madre se encuentra más o menos estable; de un hilo, cualquier mínimo percance añadido será la puntilla, pero ahora duerme plácida, buena respiración, en su limbo" 

Al despertarme por la mañana, lo pensé. Tan típico.  Unos días, sólo unos días... pues justo en esos días la vela se apaga, se apaga como si ese marcharse, ese pronóstico de más tiempo, pues eso, de un soplo, se apaga, suena el teléfono.

Cuando se acerca el final, el final es hoy,  mañana, días, semanas. Estable, la noche anterior. Tan frecuente, analíticas normales, en las últimas. Lo esencial es que se ha ido sin agonías, en paz, la noche anterior, paso a paso, aún capaz, con ayuda hasta su cama. La vela al fin se  apaga, se va toda una vida, esfuerzos y cuidados, meses de más que pasan a ser  aire, tiempo de despedida. La blusa de seda blanca impecable, la piel hidratada,  hasta siempre, querida Ch, que tus sueños no se apaguen.  




Foto entada F. E. Apriles