sábado, 28 de enero de 2012

El talento de Messi


No soy experta en talentos. Más bien, lo contrario;  detecto al vuelo el deterioro  cognitivo del adulto.  De hecho, cada vez que entra en mi consulta una persona mayor, algo dentro de mí se alegra. Serán  las arrugas, el pasado acumulado, el trato;   el caso es que mis neuronas sintonizan especialmente bien con las suyas, se comunican con mucho más acierto y comprensión que ante ejecutivos estresados   o  adolescentes  mudos,  en guerra o   mimados por sus padres,  con su  cerebro social en plena fase de desarrollo (conviene recordarlo).  Ver  a Messi con seis años y un balón en los pies, además de una delicia, invita a reflexionar.  
¿Es innato el talento o se puede desarrollar?  Los expertos en el tema afirman que  todos los cerebros humanos son creativos en sí mismos.  Cerebros creativos a disposición del talento. El talento de un genio surge a raudales con solo abonar mínimamente  el terreno. Pero, por desgracia, no es lo habitual; suerte, esfuerzo, motivación, pasión, tenacidad… entre otras condiciones necesarias para que se desarrolle  el talento en  la inmensa mayoría de los mortales. 
Ser médico no se aprende en las aulas. Ser escritor, tampoco. Caminando, hice mío  el camino, encontré dos campos donde sembrar. Es decir, mis limitados  talentos me los he ido currando (para que me entiendan los adolescentes con habilidades por descubrir)  Entre línea y línea, no  dejo de darle vueltas al video de Messi. Su evidente don natural para el futbol no ha sido lo que me ha llamado   la atención; lo que me ha dejado   perpleja   ha sido  verle correr con el balón  como   si fuera hoy… y tenía seis años.  Cómo si de alguna manera  hubiera nacido con ese glorioso  recorrido por el campo  grabado en su código genético. Los trazos del pincel de Picasso acaso también en el suyo.   No se me ocurre otra explicación. 



miércoles, 25 de enero de 2012

A velocidad de internet


¿Está afectando internet a nuestras mentes? Sin duda. ¿Cómo está afectándonos? Podría revisar el tema buscándolo en el propio Google y  seguro que  encontraría aportaciones  de diversas fuentes de más o menos  interés, las cuales  -gracias a mis conocimientos sobre el funcionamiento de la mente humana- discriminaría convenientemente y serían de mucha  utilidad para un aceptable artículo. O podría pasarme el fin de semana leyendo libros sobre el tema. Esta segunda opción; la descarto. ¿Por qué la descarto? Pues porque el tema me interesa, pero no hasta el punto de dedicarle tanto tiempo. Me queda la primera opción;  la cómoda, la  rápida, la de listilla que revisa a velocidad de rayo lo que le puede ser de utilidad. También la voy a descartar. ¿Por qué? Pues porque me parece poco honesta, pero sobretodo, no me apetece cortar  y copiar, sacar una idea de aquí y otra de allá, y escribir sobre lo que podría haber pensado  por mi propia cuenta. No obstante, para reflexionar por mi propia cuenta sobre éste u otro tema, todo el mundo estará de acuerdo en que lo aconsejable   es  empaparse   primero  de reflexiones ajenas a base de lecturas  más o menos  densas -cuanto más densas mejor-  y luego dejar que surjan de tus neuronas  ideas  que no serán propias,  pero  lo serán más que si  vas  a google y te  dedicas  a  cortar   y copiar a velocidad de internet.  En  fin, todo  ha comenzado porque acabo de recibir  un mail  de mi querida cuñada recién doctorada  con la portada de un  libro  ¿Qué  está haciendo  internet con  nuestras mentes?  Sugiriéndomelo    como tema para mi blog.  ¿MENTES MÁS SUPERFICIALES? Os dejo que debo seguir con   mis visitas.  Pensarlo vosotros.  En mi  caso;  ya veis;  más perezosa.  Menos mal que a los de mi generación  la era cibernética nos cogió  con algún que otro libro leído.


http://www.madrimasd.org/cienciaysociedad/resenas/ensayos/resena.asp?id=464



martes, 24 de enero de 2012

Nada es para siempre

Este nuevo equipo de gobernantes de un barco más escorado que el Concordia   está resultando una mina para mi blog.  En esta vida nada es para siempre  y vuelta a su camarote de capitán. Así estamos.
Nada es para siempre. La juventud, por ejemplo. Y me pregunto… entre tanto avance científico…  ¿Llegará el día en que la ciencia consiga  detener el normal proceso de envejecimiento de nuestro organismo?  ¿Qué opinan los expertos  al respecto? Muchos invertebrados y peces experimentan un casi inapreciable declinar con un crecimiento constante a lo largo de toda su vida. ¿Por qué, al menos, no podemos aspirar a algo semejante?  Una de mis amigas  suele chafarme  mis aportaciones a   las tertulias sobre cualquier curiosidad o asunto  de interés general,  pues resulta que  lo sabe casi todo. Seguro que conoce la historia del salmón del pacífico, así que no la  contaré. Sobre la existencia de una especie de reloj biológico en nuestras células,  también habrá  oído hablar; aunque en relación a  este tema hay avances de enorme interés, por lo  que espero sorprenderla.
Exceptuando  las neuronas que siguen su particular camino,  las células de nuestro organismo se dividen cada cierto tiempo; de este modo el órgano al que pertenecen se mantiene con células renovadas y jóvenes.  Eternamente jóvenes a no ser por un contratiempo: esta capacidad de las células para dividirse no es infinita. Se estima entre 50 y 90 el número de divisiones: es lo que se conoce como reloj celular. Con el tiempo llega la última división y la célula envejece y fallece. Hoy sabemos que el problema reside en la falta de una enzima.  Una enzima que si   tienen los peces, pero no las células de nuestros órganos. Pues, bien,  sorpresa;  resulta que  nuestras células madre también la tienen… Eternamente jovenes.  ¿Por qué, no?








viernes, 20 de enero de 2012

El sonido de las palabras


Palabra de médico. Médico o Médica. Reconozco mis dudas. Siendo mujer,   lo  coherente sería  presentarme a mi misma como médica. El hábito no sirve de  excusa. Suele ser recomendable  adaptarse  a los cambios,  sobretodo   si esos cambios se relacionan  con lo que debería haber sido y no fue por razones  en negativo. Dominio de un género sobre otro, por ejemplo. No pretendo exagerar   pero, dentro de unos  años, cuando en una mesa de diez personas se dé la circunstancia de que nueve de ellas sean mujeres, pues, sencillamente, se dirá… qué bien estamos todas juntas… brindemos todas por… y, el pobre hombre,  colgado  entre mujeres, al principio  se sentirá como una niña con trenzas,   pero   con el paso  del tiempo  incluso le sonará raro lo que ahora le suena bien;  lo mismo - a la inversa- que me ocurre a mí cuando me nombro a mí misma: médica. Me suena a  aseguradora  médica. No me reconozco. El sonido de las palabras;  la entonación, ritmo o prosodia como valor esencial en la comunicación  no sólo oral sino  también escrita. Las palabras bailan  en el interior del escritor;  relees y relees y, cuando  suena como deseas escucharlo, sonríes satisfecha/o. (Otro revés de género) “Aunque el universo desapareciera  la música perduraría”, afirmaba Schopenhauer en referencia a la especialísima capacidad de la música para penetrar en lo más intimo del ser, trascender más allá de las ideas y, en cierta manera, ignorar al mundo…   Escribiendo mi libro sobre el cerebro,  todavía recuerdo la emoción sentida al sonarme como  definitivas  las palabras finalmente escogidas  para   descifrar y contrastar con los conocimientos científicos del momento  la  hermosa frase de  uno de los grandes  del pensamiento.  Tras semanas de lecturas  sobre el sentido del oído,  inmersa hasta el  fondo en el significado del   sonido, de repente,  me sentí feliz.   El área cerebral especializada en el análisis de la música  puede llegar a ser un 25% mayor  en  los músicos que en el resto de personas.  Un  extraordinario  sentido a potenciar desde edades tempranas.  La capacidad musical: desarrollada a lo largo de la evolución, caminando  hacia su propio  infinito...   Os dejo con Wagner y el planeta Melancolía. Besos.



miércoles, 18 de enero de 2012

El inicio del inicio

Lo único rescatable de la repelente frase soltada  por la recién estrenada  portavoz del recién estrenado gobierno es que   la voy a utilizar  como  arranque para  mi blog.  
El inicio del inicio de la situación actual  se remonta a hace unos 150.000 años.  Se estima que un cerebro parecido al humano  inició su andadura   hace unos tres o cuatro millones de años, pero  sólo desde hace 150.000 años  existen nuestros cerebros humanos modernos; un corto periodo de tiempo teniendo en cuenta el origen de la Tierra  hace unos 4.500.000 millones de años.  Sorprende  el poco interés general que despierta   un tema  de tanta magnitud como es el de  la historia   la humanidad. Incluso diría que existe cierta  tendencia natural  a ignorarlo.  Por mi parte, confieso que hasta que lo repasé  en profundidad cuando escribí  El cerebro al descubierto  desconocía  los datos  que  acabo de comentar, o,  en todo caso,  no los  había interiorizado. A partir   de entonces,  tomé plena conciencia de una verdad colosal: Todo  lo  que somos hoy   se debe a  lo que hicimos ayer.  De generación en generación, heredamos  de nuestros antepasados sus esfuerzos, creaciones, sueños,  disparates. Y aquí estamos; bien atrapados entre políticos  y mercados.  En caída libre, o más propiamente, en caída empujada.  
Entre los principales objetivos de este blog  me he propuesto  trasmitir  una  selección de información científica sobre el cerebro y sus funciones. Más allá de aportar  datos volátiles  a  velocidad de internet, pretendo trasmitir conocimiento de interés general  que  cale  o se interiorice  realmente. Prometo amenidad intercalada. A cambio, sugiero un pequeño esfuerzo de memorización de lo esencial de cada artículo.  4.500.000.  Tres  o cuatro millones.   150.000.  Años, no euros.