sábado, 27 de febrero de 2016

No os la perdáis


Naturalidad, agilidad en los diálogos, sin excesos ni nostalgias ante un cáncer contra el que se  luchó sin tregua, la opción de tirar la toalla cuando sólo queda la posibilidad de ganar unos meses de supervivencia a base de más quimioterapia, tal vez algún fármaco en fase de investigación. Ese tiempo de impás antes del declive final: paseos, desayunos y lecturas, alguna salida, copa de vino, cañas, arreglar asuntos y papeleos. Supongo que ya se adivina que me estoy inspirando en  la película Truman; magnifica en tantos aspectos, dos actorazos, exquisito trato de su contenido que invita a reflexionar.  

Realidad y ficción. Contar a través de la ficción esa realidad trágica del cáncer sin excesos ni dramatismos, emociones mantenidas dentro de una admirable  linea de dignidad y contención, la visita de un amigo, cuatro días arreglando cuatro cosas que nos quedan por arreglar, así es la vida, Truman.

El cáncer. Tarde o temprano, a todos nos toca vivirlo de cerca. La lucha es el camino. El momento de la quimioterapia paliativa: ganar unos meses de vida entre pinchazos y efectos secundarios, agarrarse a esa pequeña esperanza, además, en ocasiones, el avance del cáncer es más nocivo y doloroso en caso de no tratar de detenerlo con estos tratamientos que matan células buenas y malas.  Vivir  sin perder la esperanza o decidir plantarse.  

Pues bien, en Truman, el protagonista decide  plantarse. En su bolsillo, una opción al margen de la sanidad oficial. Conducir su propia vida o más propiamente detenerla cuando el mismo decida que el cáncer ya no le deja otra opción que sufrir y depender de otros para sus más elementales cuidados. Inteligente, respetable, ciertos matices que me gustaría detallar con la misma naturalidad con que el director de Truman conduce la película.  

Pastillas en el bolsillo. De acuerdo. Acompañan, ayudan, pero en un sentido bastante paradójico: dan vida más que muerte. Me explico. Más tranquilo, más seguro. Controlar tu vida, tu final. Según la manera de ser de cada uno; un  alivio esencial; durante todo el proceso se elimina  la soga de verse postrado y dependiente a la espera de que un corazón  fuerte y ajeno a males y desgracias deje de latir.     

De acuerdo con una  preocupación: la supuesta falta de control médico. Y además, en el cáncer… lo que desconoce el protagonista de Truman es la agresividad de propio cáncer. Otros procesos pueden durar un tiempo interminable de postración… pero el cáncer… el cáncer, una vez avanzado, te come, te come en días, semanas, más días de la cuenta, un final agónico y crudo, pero un final  que los tratamientos paliativos suavizan, aceleran; mórficos y sedantes bajo el control médico que ayudan, ayudan a ese final, en fin, siento que de una película sutil, algún delicioso toque de humor, sin duda una película cuyo guión me hubiera gustado escribir, he derivado a un toque excesivamente práctico y serio, lo siento, Truman, no os la perdáis. 

 
Película TRUMAN

                                   

sábado, 20 de febrero de 2016

Aprender idiomas a cierta edad

Recién iniciado un curso de inglés. Online y presencial. Face to face. Profesores nativos de distinta procedencia. Pinta bien. Refrescar un idioma de mi baúl de conocimientos mal aprendidos, siendo muy optimista. O más propiamente -para que no se rían mis hermanos - recuperar lo pésimamente sabido o  nunca sabido pero en algún momento  escuchado, leído...

Comprobado: mi habilidad intuitiva para los exámenes tipo test sigue intacta: muy buen nivel de entrada. Y eso que les advertí. No problem, better; comentario de mi recién asignada coach.

Ando contenta; me entretiene, me interesa… herramientas esenciales para el aprendizaje. Lástima de edad. Pues no tanto. Me explico. Evidente que mi cerebro ya no retiene y aprende como en su juventud, pero, sin embargo, lo noto mucho más seguro, más suelto, sin ese exceso de miedo o  verguenza, sin complejos. Ya veremos. De momento; magnífico ejercicio para cualquier cerebro que ande en declive en cuanto a capacidad de retención y memoria. Se aprende algo, se olvida, se vuelve a aprender. Aunque, más lento,  el procesamiento cerebral se estimula con el aprendizaje;  aprender resulta  el mejor de los ejercicios para el cerebro adulto -por no llamarle envejecido-. Siempre utilizo la misma frase para animar a mis pacientes que consultan por sus fallos de memoria. Cada vez que se aprende algo nuevo, -una palabra, el nombre de una calle, de una persona…- es como si ejercitáramos un músculo; las neuronas se unen; una memoria en concreto son dos neuronas que se unen." Y, a pesar de la edad, nuestras neuronas no pierden esta capacidad de unirse unas con otras; aprender.  En la repetición está la clave para evitar el transcurso o el olvido al  cabo de horas o días. Repetir y repetir. Asociar. Sin ser una experta en docencia, a medida que vamos cumpliendo años, el aprendizaje es un cantar con las mismas cuerdas vocales o herramientas que cuando uno es joven, pero es preciso mantenerlas en vilo; afiladas, más necesarias; motivación y repetición. Cuando nuestro cerebro es joven, aprende al vuelo, rápido, no olvida con tanta facilidad. A partir de los primeros años de vida en que el cerebro más que aprender adquiere funciones predeterminadas en su interior, a partir de esa milagrosa fase de desarrollo cerebral... sólo el esfuerzo nos ayudará a vencer la barrera del olvido. Esfuerzo y motivación. A más edad, más esfuerzo y mas motivación. Así pues, por mi parte: a por el inglés con ilusión y realismo.

Ventanas de oportunidad. En poco más de tres años, el niño aprende lo que le debió costar a la especie humana miles y miles de años. Con solo escucharlo, sale de su cerebro cualquier idioma; el lenguaje universal. En mi caso, la ventana se cerró hace tanto tiempo que ya no se trata de abrirla sino de entretenerse empujándola. Buen fin de semana, amigos. Esta tarde voy a una exposición aconsejada por mi sobrina experta en arte contemporáneo. Galeria Joan Prats. Hernández Pijuan. A través de su blog seguro que aprenderé y disfrutaré más. Next week, last week, para el que le motive. 

VALERIA CARBÓ GÜELL- smart-mess.com
Galería Joan Prats
Exposición: Hernandez Pijuan

                                  


sábado, 6 de febrero de 2016

Ante todo no hagas daño

Desayuno de sábado saltando páginas de batallas más que pactos, teatro más que politica, agobiante incertidumbre sobre el modelo de estado que nos tocará sufrir. Me detengo interesada en una entrevista a Felix de Azúa. Voz libre, inteligente, valiente. “Mi desengaño de lo colectivo raya lo absoluto. La historia de un fracaso. Intentar saber si es posible ser un individuo.” De repente, pienso en  la reciente noticia de 10.000 niños desaparecidos de entre las filas de desesperados sirios vagando por Europa. Escalofriante. Qué desesperanza. Cierro el periódico. Junto al café, la contra de la Vanguardia. De reojo, reconozco la expresiva cara del neurocirujano británico cuyo libro recién publicado me interesa y apetece mucho leer.

Justo esta tarde he quedado en la Central: librería de Barcelona que inspira, te sumerge en autores, portadas, historias; laberinto y cueva, refugio exquisito. Entre la lista de libros, el de este neurocirujano. “Ante todo no hagas daño.”

Cuánta razón. Henry Mash. Se vislumbra un sabio. No sólo se atreve con todo un tabú de la medicina: los errores; la dificultad de asumirlos, aprender de ellos, sino que los plantea abiertamente. Como comenta en la entrevista -y seguro se adentrará  con maestría en su libro-   en medicina, y, en concreto, en su campo que es la neurocirugía donde cualquier error puede tener consecuencias terribles “lo más difícil es tomar la decisión correcta”

Acertadísima afirmación. A propósito, pienso en el caso de la paciente que ayer remití con urgencia a neurocirugía. Buen ejemplo para entender en que aguas navegamos los profesionales de la medicina.

35 años. Sin problemas de salud  hasta tan sólo unas semanas atrás  cuando comenzó a notar un llamativo acorchamiento en su pierna izquierda. Después de pasarse  unos días suspirando para que desapareciera de modo espontaneo esta extraña sensación,  al fin, se decidió a consultar  a un traumatólogo. Tras resultar normal  una RNM lumbar y un electromiograma, éste  la aconsejó visitara a un neurólogo.

Paso enseguida a explorarla. Como sucede a menudo, el pequeño martillo  resulta clave. Compruebo que sus  reflejos rotulianos se muestran algo más vivos de lo normal.  Por contra, en los brazos, salen normales. Así pues, en la médula dorsal puede estar el problema. De inmediato, me preocupo. Trato de explicárselo procurando no alarmarla. De momento, faltan pruebas. El que tenga sólo afectada una pierna va en contra de una lesión en dicha localización aunque no lo excluye. Para asegurarme y no demorar más el diagnóstico,  solicito un estudio de RNM cráneo medular completo.

Mis sospechas se confirman. Estudio normal excepto una única lesión dentro de la médula dorsal informada por el radiólogo como posible angioma cavernoso intramedular que ha sangrado recientemente. Un tumor vascular benigno, benigno aunque  en la peor de las localizaciones posibles. De momento, la clínica es mínima. La imagen objetivada asusta. Tratandose de una tumoración, corresponde al neurocirujano determinar la mejor conducta a seguir. Por mi parte, pienso… mejor ni tocar, de momento, ni tocar, ingresarla, realizar estudios de RNM centrados en dicha zona, ver la evolución, si desaparece el sangrado, si la clínica no empeora...qué zona más delicada para intervenir, pero, si no se interviene... como una bomba... comentarlo en sesión clínica, discutir y consensuar la mejor alternativa… operarla de urgencia en cuanto la clínica vaya a más. Toca al neurocirujano decidir. Riesgos y beneficios. Menudo caso más delicado. “Sólo hace falta tres meses para aprender a hacer una operación concreta, pero más de treinta años para saber cuando no hacerla” deseando leer tu libro, apreciado colega.  Acierto y suerte, muchisima suerte, apreciada paciente.