martes, 3 de octubre de 2017

Una buena profesora



Desde que llegue de vacaciones mi Palabra de Médico se ha convertido en Palabra de Ciudadana de una sociedad en pleno estallido. Pido disculpas a los lectores de todo el  planeta que abren mi blog en busca de consejos médicos y se encuentran con reflexiones sobre una situación política  no solo local sino demasiado peculiar como para asomarse y entenderla cuando incluso cuesta entenderla desde aquí. Un momento excepcional al que nos han conducido dos políticos nefastos, nefastos y previsibles; el choche de trenes del que se lleva hablando meses y meses. Un 1 de octubre tan incomprensible como triste, muy en espacial, para los que aún confiamos en el acuerdo.

“Si uno desea la independencia de modo unilateral, algo de sangre parece inevitable”, me comenta un amigo de Madrid, intelectual de izquierdas que intenta reflexionar y darme ánimos con su análisis desde la distancia. De acuerdo, de acuerdo, pero somos más o menos la mitad los que nos sentimos de aquí y no deseamos la independencia sino una convivencia de sentido común y libertades compartidas y ese poco de sangre nos ha dolido en el alma, rematado, vaciado, qué gran error, que absurdo.

Heridas menores, ataques de ansiedad, lipotimias, tan solo dos ingresados; uno por un infarto de miocardio y otra  por una contusión en el ojo por una bala de goma que no entiendo como la policía no encuentra un sustitutivo menos potencialmente dañino. Que desastre; un desastre anunciado  por la incompetencia de gobernantes y mandos públicos de ambos lados. No me gusta personalizar, en esta ocasión, contundente.

El señor Puigdemont; desde que fue nombrado a dedo presidente de la Generalitat, a la suya, a la suya que es la de un pensamiento único y obcecado; lo contrario de ese presidente deseable o soñado que una vez votado por unos tiene en cuenta al conjunto de la sociedad y la hace converger dentro de las diferencias y el respeto.  Impresentable, indignante, intolerables ilegalidades al margen. 

El señor Rajoy; al señor Rajoy me gustaría decirle bien alto y bien claro que para defender el estado de derecho de todos  y defenderlo desde el inmovilismo primero y la enorme torpeza después, para defender a esa parte de catalanes que nos encontramos en una situación especialmente incomoda,  pues el evidente golpe de estado de unos nos ignora y deja completamente de lado, para defendernos así, mejor se retire de una puñetera vez. 

En fin, confiemos en que se recupere y no pierda la vista de ese ojo lesionado la persona que fue a votar sabiendo que iba a una votación ilegal pero sin imaginar que la policía recibe órdenes y que ante la avalancha de gente e insultos son  tan humanos como cualquier otro;  confiemos en que este mal sueño termine con la carrera de tanto inepto y aparezcan en el panorama político personas de al menos la indispensable inteligencia y talla moral y humana para reconducir esta difícil situación en la que nos encontramos inmersos.

Termino con la esperanza puesta en una buena profesora. Qué sientes y qué opinas; ejercicio a realizar junto a sus padres planteado en el colegio de mi sobrino de once años. Pues, eso.