viernes, 4 de septiembre de 2015

La muerte de occidente

La imagen del niño en la orilla; sin palabras. La muerte de occidente. Sin duda, el símbolo que nos acompañará este siglo; un siglo  que en sus inicios parecía iba a ser tiempo de paz y progreso y no ha hecho falta ni una década para comprobar que ni siquiera Europa es capaz de organizarse. Mercados financieros devoradores de ideales altruistas, fronteras que se cierran,  incapaces, solidarios como gotas de agua más que insuficiente.

Recién llegada de un verano placentero, me disponía a hablar de palomas sobre el tejado, mi pequeño asesinato, la lógica de nuestras decisiones... ahora, impotente, dudo, el niño en la orilla, abrumada, sigo con mi historia.

Recién llegada a mi dúplex; abro la puerta, dejo  las maletas en la entrada. De inmediato, me sobresalto; extraño y aparatoso ruido que proviene de las habitaciones de arriba. Subo y compruebo una especie de  baile de pisadas y aleteos entre el tejado y el pladur del dormitorio principal;  ratas o palomas. En unos segundos,  cesa el ruido, tan solo se insinúa algún pequeño movimiento.  Ahí mismo, llamo a un constructor de confianza.

Palomas: confirmado. Un ladrillo roto, entran y salen, nidos y supuestas crías sobre el pladur. La decisión no puede ser otra a no ser que pretenda un obrón de varios días para salvar a unas crías que  a ver cómo me las como una vez salvadas. El operario se sube al tejado, las palomas salen volando; salen todas, todas las que pueden volar. Quedan nidos; se presupone; tampoco pregunto lo que incomoda. Tras un rato dando golpes al pladur para que salga todo lo que pueda salir, manos a la acción; la lógica de las decisiones: cerrar el hueco abierto, poner una red protectora.

Una vez concluido el trabajo; ya no hay ruido. Algo sí, pequeñas pisadas; se intuyen; prefiero ni enterarme; me despido del operario, salgo del apartamento. Regreso al cabo de unas horas. El silencio confirma que si quedó atrapada  alguna cría ya no respira. Colgada de la red; una paloma muerta evidencia el intento fallido por sobrepasar obstáculos y regresar al nido. Menuda historia para no contar. Llamo al constructor. Que vuelva, que retire la paloma, repare la red, termine este mal rollo: mi pequeño asesinato. Desagradable sensación que me acompaña unos días. A contradictorios no nos gana nadie. Comemos huevos, pollos y polluelos, corderos y lechales… de niña me encantaba  pescar; gran momento; el pez picando el anzuelo; el cangrejo, entrando en el esquilero; la emoción, alegría. En este caso, lo contrario; desagradable sensación; de pena, de pequeño asesinato. Menuda manera de empezar el verano. Horrible manera de acabarlo. La imagen del niño en la orilla. Qué espanto. 


                                               
   


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