sábado, 31 de agosto de 2013

¿ Cuánto dura el enamoramiento?

 


Me lo temía. Fagocitado por el turismo, aún conserva parte de su encanto, pero pasear por el Trastevere ya no es lo que era. La infelicidad comienza dramatizando perdidas, -¿mía?- en todo caso, eso debí pensar este verano ante el primer impacto un tanto decepcionante, pues, terminadas las conferencias de la jornada siguiente, insistí en la zona. En un par de vueltas, encontré lo que buscaba. Como si fuera ayer; la misma terraza entoldada; pequeñas mesas redondas con manteles anaranjados, setos delimitando el espacio a ambos lados y el frente abierto a una pequeña plaza. La encontré y la disfruté hasta el punto de saltarme las protocolarias cenas de grupo. Un café, un gin tonic, plato del día, pasta o pizza, sentada sin agobios ni prisas. Los enamoramientos, de Javier Marías y una guía de Roma como compañía.

De la soledad ocasional (en especial si es voluntaria) se saca mucho provecho – ¿mía?-  si uno se pone a escribir, lógicamente  salen frases, no van a salir cuernos; tuyas, crees,  en caso contrario,  se matiza y se cita al autor de conocerse. De todas maneras, sea mía o no la frase, el mérito – para  llamarlo de alguna manera- el mérito no es mío sino de lo sucedido; sentada con mi libro y mi mente relajada, mirando sin exactamente mirar, trasparente. Y, de repente, le vi.

No era él, pero se parecía a él. Puesto que no era él- aunque se pareciera a él-  podría haber conservado su edad;  podría, pero no; a cuestas, sus quince años de más, quince años de desconexión total. Y me surge una pregunta menos estudiada que planteada y no me extraña nada de nada porque lo que realmente importa del amor, o más propiamente del enamoramiento, - terminos que aunque se confunden, no son lo mismo, como puntualiza  J. M en su estupenda  novela-  lo que realmente importa del enamoramiento es vivirlo y no estudiarlo ¿ Cuanto dura el enamoramiento?  En todo caso, en el caso en cuestión, quince años, ya son años.

Pues bien, aunque no era él y por tanto no me conocía, supongo que se dio cuenta de que le estaba mirando.  El caso es que sonreí y me devolvió la sonrisa, o me sonrió y le devolví la sonrisa. Parecerá poco creíble, pero lo cierto es que mantengo mis dudas sobre quién comenzó el juego o el amor olvidado o el amor eterno o no tan eterno si permanecía olvidado. ¿Cuánto dura el enamoramiento?   se me ocurrió preguntarle cuando se acercó a mi mesa y no le iba a preguntar por su nombre puesto que lo daba por sentado y, además, no fuera a ser que él no recordara el mio  y yo si el suyo, -menuda poca gracia- aunque, lo confieso: al acercarse a mi mesa, no me vino a la mente; un típico lapsus sin importancia, habitual; los nombres de las personas se olvidan con mucha más facilidad que sus profesiones o aficiones. Sin embargo, en este caso, el lapsus es más que un lapsus, un pie a la reflexión; y es que si se olvida el nombre de un amor olvidado, pues eso, amigos, hasta ese momento dura el enamoramiento;  romántico apunte, de mi propia cosecha, este sí, sin sombra de duda;  un placer, esto de escribir, amigos, gracias por leerme y bienvenidos a la realidad de la vuelta a la realidad de la vuelta de las vacaciones de verano.

 
Foto: el trastevere