domingo, 15 de septiembre de 2013

Valentía ante la vida


Reacciones admirables. Ver al señor Sanchez Llibre tratando de bloquear la entrada de un matón fascista en la sede de la Generalitat de Catalunya en Madrid no solo me ha emocionado  sino que me ha despertado  más catalanidad que la participación masiva de manos unidas a modo de cadena humana festejando y reclamando el derecho a decidir sobre la  aspiración de un estado  independiente. Escucharle posteriormente  alabar a los madrileños en general y su formidable capacidad de acogida, me hizo pensar que hubiera sido el mejor de los representantes de la candidatura olímpica de Madrid 2020. Justo eso deberían haber resaltado; no hay ciudad más abierta que Madrid, más acogedora con él que llega a sus calles maletas en mano. Así lo viví durante mis años de residente en el Hospital Ramón y Cajal. Una ciudad  única en cuanto a esa inestimable cualidad de acogida.

Pero sigamos con esas reacciones espontaneas e individuales  que nos llenan de admiración y valen más que mil palabras o millones de manos unidas – sin pretender en absoluto menospreciar el gran movimiento levantado en torno a un sentimiento de país -. El sentido de la dignidad. Gutiérrez Mellado en 1981 fue todo un ejemplo de valor ante las pistolas.  Mas  desapercibida,  la reacción de Sanchez Llibre ha sido igualmente de las que te hacen sentir orgullosa de ser persona. Desde el corazón y el cargo que se representa; coraje  ante lo intolerable; injusticias, actos de violencia… valentía elevada a la categoría de dignidad que no sé si abunda o no -sinceramente creo que no-  aunque hablando de valentías en general,  la medicina es un saco sin fondo de heroicidades. 
 
Valentía ante la vida, la enfermedad, cuántos ejemplos de dignidad humana en la consulta del médico. El joven en su silla de ruedas sobrevolando obstáculos, barreras, dolores, dificultades miles. El ciego  capaz de potenciar otros sentidos, vivir una vida plena,  crear empresas… desde aquí un recuerdo a mi pariente Ignacio  Satrústegui fundador de la ONCE al que una bala le atravesó ambos ojos en la guerra civil pero ni mucho menos detuvo sus múltiples valores y capacidades vitales.  Siento no haberte llegado a conocer, siento que ya no estés para recoger el premio príncipes de Asturias que os acaban de conceder; felicidades desde aquí abajo y un abrazo a tus descendientes. El coraje mantenido frente al coraje puntual;  ambos admirables, humanos; matones y cobardes incluidos, así es la vida.   


Foto: Un cuarto de Luna