viernes, 13 de diciembre de 2013

La sonrisa de Obama


Se acercan las navidades, como cada año, sin  ánimo de aguar  planes ni comidas, deseando que pasen, campanadas incluidas. Poco espíritu navideño en mis redes neuronales, ni de niña me inspiraba.

Mente y espíritu.  El tema merece un tratado de varios tomos, por mi parte,  tan solo unas pinceladas de lo que sé  y siento,  de lo que ignoro por completo  y sin embargo  estoy convencida de saber. Curiosa contradicción  cuando nos  asomamos al abismo de lo que nunca sabremos.  Qué la vida se acaba es una evidencia aplastante; llegada a cierta edad, semana si y semana también; amigos, familiares, conocidos que saludaste ayer, pero qué es esto, no puede ser, pues es, qué se le va a hacer, evidencia tras evidencia, un salto, la vuelta al revés;  que la muerte existe: pues yo que sé, más que un misterio, un vacío, un inmenso y desolador socavón de adioses mientras nos llega el turno.  

Mente y  espíritu. La ciencia no deja de asombrarnos. “Quiera el alma  estar siempre sufriendo de este mal” escribe Santa Teresa de Jesús sobre sus repentinos y placeteros  ataques místicos: la Virgen, ángeles o Dios entre sus pucheros… La Santa epiléptica, puesto que  dichas visiones - según  los neurólogos estudiosos del tema-muy probablemente eran provocadas por un foco irritativo en determinadas áreas de su cerebro. Respecto al misterio de los misterios, un neurocirujano canadiense llamado Penfield, sin pretenderlo, aportó valiosas pruebas;  implantando  electrodos en la corteza o superficie del cerebro de sus pacientes, en plena operación con anestesia local, descubrió que el cuerpo entero está representado en nuestra corteza. Estimulaba un punto y se movía una mano, un pie… Pues bien,utilizando esta misma técnica  se han publicado estudios  con resultados sorprendentes; desde los  ataques de risa provocados al estimular determinadas áreas frontales, a la  intensa sensación de trascendencia espiritual experimentada al aplicar el estímulo eléctrico en una zona del lóbulo temporal. Impresionante. Para meditar. Dios en nuestra corteza. Creyentes o no; trascendencia espiritual grabada en nuestras neuronas. Nada más y nada menos.

En fin, se acercan las navidades, qué le vamos a hacer,  buenas fiestas queridos lectores, menudo añito, casi todo para olvidar, entre tanto  desvarío local y universal, cuesta escoger algo pare recordar,  por mi parte,  me quedo con la sonrisa desviada de Obama ante la cara de mosca perruna de su mujer, a por el 2014,  suerte de corazón.