domingo, 13 de julio de 2014

La luna y lo que quieras ser


Espectacular. Tres kilos de perfecta armonía. Tras el primer llanto, la paz de las paces, mi nueva sobrina.  Hace algo más de dos años dediqué una entrada de este blog a tu hermano. Hoy te toca a ti;  pequeñaja.

“Al fin una buena noticia”, mensaje de una amiga  a tu padre. Y es que hemos llegado a una edad en que las pérdidas se suceden  y vamos  sobreponiéndonos cómo podemos, tirando sin unos y con otros,  así que tu llegada no solo es bienvenida sino que nos alegra y recompensa, ilusiona y da energía.  

Oscura y brillante, triste y alegre, monótona y excitante… eso te vas a encontrar querida sobrina, eso y un mundo vergonzoso en tantos aspectos que prefiero no agobiarte antes de que amanezca. Tan sólo adelantarte algo de enorme  importancia: como mujer, naces en una sociedad que al menos reconoce su machismo y trata de corregirlo; así pues, serás lo que quieras ser, algo impensable hace apenas unas cuantas décadas, algo impensable aún para millones y millones de  mujeres en otras partes del planeta.

A tu hermano traté de explicarle lo que somos; una mezcla de azar y orden; genes y neuronas necesitadas de estímulos externos. A ti, apoyada en el pecho de tu padre, te miro y no se me ocurre más que admirarte; intuyo tus sueños, tus batallas, talentos y esfuerzos. Vamos allá, querida sobrina, de tus 200.000 millones de neuronas actuales  pronto quedarán la mitad; como si de una escultura se tratase, se eliminarán  las sobrantes, tu cerebro se irá moldeando, estableciendo redes funcionales; ver, oír, gatear, andar, hablar; la luna, querida sobrina; la luna  y lo que quieras ser.