jueves, 18 de septiembre de 2014

Nebraska


Nebraska es una película esplendida. En blanco y negro, grises para una historia casi muda, sin paternalismos, la América profunda;  un viejo maltrecho por los años y el alcohol camina solitario;  una ilusión en el bolsillo. El hijo al rescate; vuelta a casa, vuelta al camino, vuelta a casa, la mujer gruñona hasta la coronilla.  Vamos allá,  el viaje, padre e hijo, un fin de semana, route movie,  Nebraska como objetivo, un millón de dólares como premio; típico timo que el viejo no entra en razón.  Por Dios, padre, terco y perdido, de acuerdo, vamos allá. Buen hijo, buenísimos actores, contadas frases; secas y expresivas, crudas y naturales. Una historia de familia y cervezas a morro, la vida sin florituras, entre la  libertad y  el  fracaso, esplendida película sobre la dependencia o deseos de independencia cuando el cuerpo y la mente ya no dan para independencias.

Recuerdo el caso de un paciente especial. Especial por mi amistad con su hija y especial por el cuadro clínico. 80 años, un lince durante toda su vida. Un lince hasta que su cerebro comenzó a desmadrarse.  Genio y figura,  si bien, en los últimos meses, su conducta estaba siendo alarmante. Algo así como la del protagonista de Nebraska.  Sospechando un inicio de demencia, realicé el estudio correspondiente: una exhaustiva exploración de sus funciones superiores que sorprendentemente salió normal; conservaba la memoria, el lenguaje, estaba bien orientado en persona, tiempo y espacio… La  resonancia cerebral   y la analítica  no mostraron hallazgos significativos. Abstemio durante toda su vida. Pensé en una posible depresión. Pseudodemencia depresiva. El psiquiatra  me lo devolvió. Pautamos medicación para intentar controlar una  conducta que estaba planteando problemas serios. Una de sus muchas "locuras":   hacía tiempo no podía conducir por un defecto visual  y había dejado plantado en la carretera a su chofer cogiendo él mismo  el volante. Hasta Andorra. Tras dos días sin dar señales de vida, su hija fue a buscarle. La evolución en meses fue determinante en el diagnóstico.  Demencia degenerativa fronto-temporal. Un cuadro de deterioro cognitivo que cursa con marcados problemas de conducta y que en el caso de este paciente los fallos de sus funciones superiores -imprescindibles para el diagnóstico de demencia-  no se pudieron confirmar hasta pasados unos cuantos meses. Genio y figura. Aún lo recuerdo con cariño.   Volviendo a Nebraska… carreteras y moteles, bares sin paternalismos, pensando, ahora que pienso... Nebraska...  no es mal lugar para perderse… buen inicio del curso escolar, queridos sobrinos.