miércoles, 3 de septiembre de 2014

Vencer a la vejez


Llego de vacaciones con una sensación de pereza inmensa, pilas entre agotadas y renovadas;  curiosa mezcla  necesitada de días para despejarse.  Mientras desayuno,  ojeo la Vanguardia como pasando paginas a un viejo amigo que  toca volver a escucharle, contradecirle, verle el plumero,  incluirle en tu rutina.

Mi secreto es no dejar que la vejez se apodere de mi  la entrevista a Clint Eastwood es mediocre, pero la frase: brillante. Película a película, a sus 84 años, salta a la vista,  lo está consiguiendo.  Me alegro por él, por todas las personas que alcanzan esa edad avanzada y saben qué hacer. Más o menos activas, pero saben qué hacer. Vencer a la vejez; qué fácil decirlo; qué difícil, dificilísimo, acaso no imposible conseguirlo. De momento toca revisiones periódicas. “Tú misma -frase de un dentista ante  mis quejas por la necesidad de  limpiezas dentales semestrales a pesar del hilo dental y demás consejos seguidos a rajatabla- en tus manos está decidir si quieres que tu boca resista el paso del tiempo o bien se vaya cayendo... Qué horror, mejor  seguir con Clint Eastwood.  Ejemplo y talento.  De hecho, la historia de la humanidad está llena de  ilustres octogenarios en plena actividad creativa. Los ojos de Picasso, las manos de Miguel Ángel, las neuronas de Cajal… con ellos comienzo el capítulo dedicado al envejecimiento en mi libro  El cerebro al descubierto.  Si señor. En la próxima edición añadiré a C. E. y sus pistolas, sus puentes, películas maravillosas que no deja de ofrecernos por muchos años que cumpla.  Sí señor. A trabajar. Limpiezas dentales, incluidas.