miércoles, 1 de julio de 2015

Dilema cada día más frecuente

Noventa y tres años. Iniciando un cuadro de demencia -al igual que  el alrededor del 50% de la población de más de ochenta  años-. Reciente aplastamiento espontaneo de un cuerpo vertebral, luego otro, y otro, hasta cinco – al igual que muchas mujeres que a partir de la menopausia sus huesos van perdiendo más consistencia de la habitual desarrollando una osteoporosis con riesgo de fracturas; algo que hace años ni se miraba, de obligada revisión en la actualidad, pues existen tratamientos y medidas preventivas eficaces al menos para frenarla-.

Pero sigamos con esta paciente, pues, desgraciadamente, su historia clínica continúa. Entre dolores, de repente, amanece con el párpado caído y sin visión de ese ojo. Amiga de su hija, me desplazo a visitarla. La exploración neurológica localiza el problema en una zona concreta del interior del cerebro. De inmediato, pienso lo que pensaría  todo el mundo. Pues vaya, a esta edad, tenga lo que tenga, de un hilo, ni tocarla. Entonces, ¿para qué someterla a pruebas diagnósticas? No obstante, el TAC en la actualidad es de muy rápida realización; entrar y salir, tan sólo la molestia del traslado al centro en ambulancia. La solicito. Resultado: sin hallazgos, sin evidentes lesiones ni imágenes sugestivas de la trombosis del seno cavernoso que sospechaba como primera impresión diagnóstica por el comienzo agudo del cuadro.  Pues, vaya, a seguir investigando. Toca  resonancia.   

La RNM craneal es una prueba inocua, pero mucho más molesta; inmóvil, dentro de un tubo o bajo una máscara: al menos durante media hora. En este caso, dado su deterioro cognitivo con agitación ante mínimos cambios de su rutina, deberá realizarse  bajo sedación.  Pues, vaya. Noventa y tres años... la vista de un ojo ya perdida... pensando en el otro. ¿Un  tumor no detectado en el TAC realizado? Posible. ¿Intervenirlo? O un aneurisma: en este caso, su intervención es poco agresiva. A través de una punción en la zona inguinal se introduce un catéter y se accede al aneurisma; se clipa y se evita su crecimiento y el riesgo de rotura. Un catéter ascendiendo por unos vasos tan añosos, habrá que sedarla... dilema para los que realicen la intervención.  Por mi parte, debo tener muy presente que, aunque iniciando un cuadro de deterioro cognitivo, la paciente se comunica bien, disfrutaba leyendo, ahora, con un solo ojo, se cansa, apenas lee, sin embargo, aún puede ver  su cuarto, el cielo, sol y verde, el jardín,  a sus familiares.

Realmente, a cierta edad, la toma de decisiones difícilmente acaba bien. Si se actúa, porque se actúa; si no se actúa, porque no se actúa. Trato de aportar mi experiencia y conocimientos más allá de libros y explicaciones para que decida la familia. De entrada, visto el Tac, aconsejo tratar a ciegas las posibles causas inflamatorias no tumorales y ver la evolución. 

Pasadas esas semanas,  no se evidencia mejoría alguna. Además, desde hace unos días se queja de  la visión del ojo sano. Toca decidir de nuevo. Aconsejo realizar otro TAC craneal pero esta vez sin y con contraste y centrado en el área donde se localiza el problema. Ya os contaré. Demencia, aplastamiento de vertebra tras vertebra, ceguera... la lotería de la vida no se detiene ni siquiera en el tramo final.   


                                           



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