sábado, 7 de noviembre de 2015

El impuso de la creatividad

Ando preocupada por la pérdida de mi impulso literario.  De nacimiento tardío, más o menos  a mitad de la treintena, viviendo en  Mallorca, mar y vuelos de ida y vuelta, un amor rematadamente asimétrico, pasión y desesperación, válvula de fuego, tomando cuerpo, creció muy dentro, encontró su voz, su espacio, hasta cinco libros; novelas y divulgación científica; horas que vuelan entre palabras, el placer de encontrarlas, la fuerza de crear, imaginar personajes, una historia. Feliz y equilibrada, entre mis libros y mis pacientes, no sé bien que ha pasado. En mente, varias razones.

La enfermedad de mi padre pudo ser el detonante;  prioridades donde la realidad se impone. Pero, el enfermo era él, yo únicamente sufrí por lo que pudiera sufrir él, traté de ayudarle en  la toma de decisiones - una tras otra, sin respiro- para su mejor vivir o más propiamente morir; aciertos y no tan aciertos, el desgaste.  Poco debí escribir. Luego se fue, casi tres años sin ese lector prioritario;  estimulo esencial, posiblemente. 
  
Las redes sociales. Entras y lees, picoteas por ahí, escribes una frase oportuna, una reflexión, una entrada en tu blog.  Suficiente, posible. Pues menudo impulso literario el mío si al fin ha quedado barrido por este modo de creatividad en minúsculas. Pero, puede ser, coincide en el tiempo.  

La dificultad extenuante por encontrar editor. La ilusión mientras escribes; me lo quitarán  de las manos. Pues sí, de mano en mano, lo siento no encaja en mi línea editorial. En mi caso,  habrá influido, aunque no lo siento como determinante. Mientras escribo o escribía, el impulso va o iba  mucho más allá de su publicación. Vida interior, mío, pasión, tiempo que fluye como un soplo de vida; palabras, historias, personajes. Y el editor... por sentado. No me resisto a claudicar en este aspecto, si algo es bueno, encontrará editor: no son tontos.

La edad.  Ayer estuve en la presentación de los  nuevos diarios del poeta Jaime Gil de Biedma. A los 25 años de su muerte salen a la luz. En vida, a una edad que hoy en día se considera de plena madurez… dejó de publicar. De vocación muy temprana, ya había escrito su pozo, su destino. A partir de ahí, repetirse. Pues tampoco lo veo claro. Por una parte, la edad implica más experiencia, más perspectiva… magníficas herramientas. Por otra, -no hay que engañarse- habitualmente también conlleva menos vitalidad, menos lectores que te importan y ya no están… No sé, una amiga  me cuenta una teoría al parecer francesa… se envejece a golpes, caídas y remontadas, cuando ya te ves camino abajo… de modo insospechado, remontas. A ver si es verdad. Buen fin de semana soleado, amigos.

Presentacion Libro
Diarios JAime Gil de Biedma

       
                                             


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